18
de agosto de 2012
Managua, Nicaragua
| elnuevodiario.com.ni
Rubén
Darío y el Águila
Jorge Eduardo Arellano | Opinión
La última referencia al águila de Rubén Darío se
localiza en su ensayo sobre Paraguay de 1912: “El águila yankee mira hacia el
Sur, como orientándose para su vuelo de rapacidad conquistadora”. Pero no
siempre el águila representó a los Estados Unidos.
De las 1,368 referencias de animales contabilizadas
en su poesía, 73 corresponden al águila. Esta, pues, desempeña una función
relevante, asociada a múltiples significados, predominando los siguientes:
altanería, belleza, bravura, canto, caza, cólera, divinidad, trama, fuerza,
gloria, guerra, libertad, luminosidad, muerte, peligro, poder, prodigio, valor,
vista, vuelo.
Para Darío, el águila también representó a Júpiter
y a Bolívar, a Rusia y México; en fin, a la historia: “Águila que eres la
Historia”, dice el poeta en uno de los versos de El Canto errante. “Fuertes
colosos caen, se desbandan águilas bicéfalas”, anuncia en otro de “Salutación
del optimista” (1905), aludiendo al águila bicéfala bizantina de los zares de
Rusia en guerra con el Japón.
Pero es en “Salutación al Águila” (1906) donde
Darío vincula al ícono a la potencia de los Estados Unidos, aunque no exclusivamente.
A ella le pide: “Tráenos los secretos de las labores del Norte, / y que los
hijos nuestros dejen de ser los rétores latinos, / y aprendan de los yanquis la
constancia, el vigor y el carácter”. Como se sabe, este cuarteto provocó la
carta recriminatoria de su amigo el literato venezolano Rufino Blanco Bombona
(1874-1949): “Leo el divino e infame poema de usted ‘Al Águila’, que yo no
conocía / ¿Cómo no lo han lapidado a usted, querido Rubén? Lo juro que lo
merece. ¿Cómo? ¿Usted nuestra gloria, la más alta voz de la raza hispana de
América, clamando por la conquista? El dolor que me ha producido esa su Águila
maravillosa, usted sí, lo comprende, porque usted sí me conoce (…) ¡Oh poeta de
buena fe descarriada! ¿Por qué canta usted a los yanquis, por qué echa
margarita a los puercos?”.
Y Rubén desde Brest, Francia, el 18 de agosto de
1907, contestó la acre censura justificando que su salutación “no es sino la
pieza ocasional, surgida dentro del clima armónico de la Conferencia
Panamericana de Río de Janeiro, a la que asistía. Saludar nosotros al Águila
¡sobre todo cuando hacemos cosas diplomáticas!... No tiene nada de particular.
Lo cortés no quita lo Cóndor…” Y añade: “Los versos fueron escritos después de
conocer a Mr. Root y otros yanquis grandes y gentiles, y publicados juntos con
los de un poeta del Brasil”.
Y este no era sino Fountoura Xavier, quien había
asimilado las declaraciones de Elius Root, Secretario de Estado norteamericano:
“Consideramos la independencia e igualdad de derechos de los pueblos débiles,
miembros de la familia de naciones, con tanto respeto como a los de los grandes
imperios —decía una, y luego otra—: que la meta de los Estados Unidos no era el
de arruinar a las demás naciones y enriquecerse con sus despojos, sino al
contrario, ayudar a todos nuestros amigos a alcanzar una prosperidad común”.
Pedro Salinas explica que esta coyuntura Darío la
hizo suya también. Y en su “Salutación…” no se traiciona, ni contradice su
precedente oda “A Roosevelt”. Espera del Norte no un ideal, sino una técnica,
una manera (v. 35), capaz de forjar multitudes disciplinadas para hacer Romas y
Grecias de hoy (v, 35) O sea: naciones fieles a los patrones de helenismo y
latinidad, (v. 38), destinadas a un áureo día para dar las gracias a Dios! Es
decir, que se suman al fecundador espíritu cristiano.
Darío fue más explícito en su respuesta epistolar a
Blanco Fombona: “Por fin acepto un alón de águila, y lo comeré gustoso —el día
que podamos cazarla—. Y allí, fíjese bien, anuncio la guerra entre ellos y
nosotros”. Sin duda, pensaba en los versos 12 y 13: “Si tus alas abiertas la
visión de la paz perpetúan, / en tu pico y tus uñas está la necesaria guerra”.
Asimismo, en la “Epístola a la señora de Lugones” del mismo año de 1907,
aclararía que en la misma “Salutación al Águila”: panamericanicé / con un vago
temor y con muy poca fe.
En otras palabras, no experimentó un cambio
ideológico, ni el poema implicó en nuestro poeta, según el chileno Jaime
Concha, una “voltereta política”.
El español Juan Larrea leyó justa y correctamente
la “Salutación…”. “Rubén —afirma— no concibe sus esperanzas puestas al servicio
del imperialismo yanqui, más si en la libre América, en el Nuevo Mundo de Paz y
de Concordia que abarca, para ponerlos al servicio del hombre, de Norte a Sur todas
las latitudes”. Entre nosotros, Ernesto Gutiérrez acota que “no es un poema
declinante, sino un himno a la concordia americana”. Y ambos transcriben su
estrofa medular, en la que se contrapone al Águila norteamericana el Cóndor,
símbolo de lo indígena americano a la vez que, por ello, de Sudamérica en su
integridad: “Águila, existe el Cóndor. Es tu hermano en las grandes alturas. /
Los Andes lo conocen y saben que, cual tú, mira al Sol. / May this grand Union
have no end, dice el poeta. / Puedan juntarse ambos en plenitud, concordia, y
esfuerzo.”
Claramente, lo que proclama Darío no da lugar a
malinterpretaciones. ¡Está claro!
* Escritor
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