EL FORO DE LA CONTROVERSIA
Manuel Aragón Buitrago
En todas las
épocas y lugares, literatos, poetas y políticos, han buscado comunicarse, de
este impulso, con sensación de anhelo, no escapa el hombre común, las comadres
de la vecindad, ni el muchacho de la barriada. Los hombres siempre se han
cuidado de que su cercanía “no sea la
cercanía de los planetas” (según piensa Henry Miller), aunque sea para mostrarse los caninos y devorarse
unos a otros.
Narra la
historia, que Julio César, visitaba
en su quinta de Túsculo al helenizado Marco
Tulio Cicerón, su enemigo político, para charlar sobre literatura.
Darío, en sus
memorias, nos habla de “los lunes de la
Pardo Bazán”, y de “los sábados de Valera”. “La librería de Fernando Fe, dice,
era lugar de reunión vespertina de algunos hombres de letras”.
El argentino Raúl González Tuñón, en su magnífica
obra “La Literatura Resplandeciente”
añora “La Covachita” y “El Café selecto”
de el Gran Buenos Aires. “Hay una página conmovedora de Federico
(García Lorca), -cuenta-, un poema que nos dijo alguna vez en la Taberna de
Pascual, en la calle de la Luna, o en la del Pozo, en la de La Palma, o en la Cervecería
de Correos, o en cualquier otra parte de Madrid, estando todos juntos en espera
de la aurora: La niña ahogada en el pozo”.
En nuestra
Managua, lo recuerdo con nostalgia, nuestros hombres de letras, cuando los
hubo, se reunían en la cafetería “La
India”, en el “Petit Café”, o en las cantinas que orlaban la rivera del
Xolotlan, idílicos refugios de los adoradores de Baco y de las Musas, en donde
periodistas, poetas y oficinistas, acariciados por la brisa lacustre,
hermanaban o discutían sus cerebrales partos en anecdóticos debates borrados
por el tiempo, debates añorantes de los diálogos platónicos como “El Banquete” o “El Gorgias”, diluvianos
en retórica dialéctica, o en dialéctica retórica. En algunos casos, estos
gladiadores del pensamiento y la palabra eran tan ágiles en sus intervenciones,
que no eran aptas para seres armados por la naturaleza con mente rígida y sin
velocidad perceptiva.
Vino el
terremoto del 72, y, “consumatum est”.
Pero no debemos de culpar al sismo de terminar con los talentos, lo que pasó es
que los númenes ya se habían agotado en Nicaragua, y ahora, a los sumo, quedan
solamente en pie “dos vacas sagradas”,
de cuyas secas ubres no extrae un ápice de gracia el más experto ordeñador.
EL FORO DE LA CONTROVERSIA
Como el Noé
bíblico ante el diluvio, Nicaragua tuvo también su Noé ante el cataclismo. Al
árbol caído, herido por el rayo, le nacen también renuevos. El Dr. Aldo Díaz Lacayo, inspirado por el
dios Apolo, cual pastor amante de sus dispersas ovejas, se ha ocupado de reunir
en un redil literario a los amantes de este arte. El tercer sábado de cada mes,
hace ya cerca de diez años, expositores y oyentes, a las 9 de la mañana, van
arribando placenteros a su librería donde son recibidos con la sonrisa y
caballerosidad características de la familia Lacayo. De ahí, parte el ilustre
Mecenas escoltado por fraternal cortejo
hacia el Forum donde se debatirá sobre el tema acordado en el foro anterior.
Como Tolstoi sin barba o Whitman sin sombrero, marcha a la cabeza del grupo
cual César custodiado por bizarros pretorianos el gallardo líder.
Como en todo
grupo de tormenta cerebral, algunas veces hay escaramuzas, y ante la inminente
intervención de la diosa Discordia con su disociadora manzana, surge la voz
apagafuegos del Mecenas, y, entre risas y humorísticos comentarios, la paz
torna al recinto. “La razón, dice
Voltaire, debe ser el nexo eterno de todas las sociedades”.
Aunque en su
existencial década el Foro ha caminado, necesario es también aprender a volar.
Si me equivoco, disculpas pido, pero me parece que al Foro le falta el oxígeno
tonificante de la poesía, la filosofía, y, sobre todo, de la historia. Historia
de la humanidad e historia nuestra. De nuestra sufrida Nicaragua, y de nuestra
adolorida América. Cuando hablo de historia de la humanidad, o sea, universal,
es porque la familia terrícola es una sola, basta remembrar el mítico
monogenismo bíblico. Vanos han sido los esfuerzos de los estudiosos por
descubrir otro planeta habitado. La tierra es un puntito ortográfico en la
inmensidad cósmica.
NUESTRA HISTORIA
La historia de
nuestra sufrida Nicaragua ha sido defenestrada de las aulas escolares y
universitarias. José Dolores Gámez, Tomás Ayón, Jerónimo Pérez y Francisco
Ortega Arancibia, auténticos valores, han sido criminalmente relegados al
olvido por los antivalores que hemos tenido como ministros (así, con minúscula)
de “embrutecimiento público”.
“Dondequiera que la educación ha sido descuidada, dice Aristóteles, el Estado
ha recibido un golpe funesto”. Todos
los nombres toponímicos de nuestros lugares se han españolizado, Ometepetl, es
Ometepe; Massayatan, Masaya; Nicaraocalli, Rivas; Rio Yare, Rico Coco;
Masatepetl, Masatepe. En América del Sur, México, y en Centro América
Guatemala, han conservado esos nombres untosos de poesía, añoranza sentimental
de nuestro origen. Los Pablo Antonio Cuadra y Enrique Peña Hernández son dos
antivalores que se encargaron de tergiversar nuestra historia, el aporte de
ellos, y el poco interés ciudadano, han jugado un importante papel en la pérdida
de nuestras raíces.
R.R. Ayala, en
su obra “Mitos y leyendas de los Indios
Americanos”, expone: “El día en que
desaparezca el último piel roja, Norteamérica habrá perdido sus auténticas
raíces, y como tantas veces se ha repetido: quien pierde sus raíces, pierde su
verdadera identidad”.
A nosotros nos
las hicieron perder desde que Hernández de Córdoba mandó a vender como esclavos
a nuestros antepasados al Perú. ¡Fue la génesis!
La clase dominante, ya sea por ignorancia, o porque sus raíces son europeas, le
erigió una estatua en la costa del Cocibolca al mercader de esclavos sin que
mediase protesta alguna. ¡Maldito país!
Tenían que ser los granadinos: coloniales, ultramontanos y archiconservadores,
los que se postraron ante Walker, los artífices de tan infamante monumento. “Donde hubieron esclavos y siervos –dice
José Ingenieros-, se plasmaron caracteres serviles”.
DE LA HISTORIA DE AMÉRICA
Sería
educacionalmente nutritivo sentar en el Foro cátedra y púlpito sobre la
historia de América. “Madre América”,
“Nuestra América”, llámala amorosamente José Martí; “Patria es para los americanos la América española”, clama José
Enrique Rodó; “Una sola debe ser la
patria de todos los americanos”, proclama Bolívar, y en carta a Juan Martín
de Pueyrredón, Supremo Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
le decía el Libertador desde Angostura el 12 de junio de 1818: “Cunado el triunfo de las armas de
Venezuela complete la obra de su independencia, o que circunstancias más
favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes, y relaciones más
estrechas, nosotros nos apresuraremos, con el más vivo interés, a entablar, por
nuestra parte, el pacto americano, que, formando de todas nuestras repúblicas
un solo cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de
majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida,
si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones,
y la madre de las repúblicas”.
No deseo pecar
de atrevido por mis años de ausencia, imputando al Foro si se ha, o no se ha
disertado en él, el tema de América y nuestros americanistas. Estimo sería
altamente estimulante, servir a los asistentes al Foro, en bandeja dorada, el ambrosíaco
manjar de nuestra precolonial América. Intuyo que el Foro ha tenido letra, pero
le falta la música.
En su libro “Memoria del fuego”, el último
americanista, el uruguayo Eduardo Galeano, trata de rescatar “la memoria secuestrada de América Latina”,
“la verdadera historia del continente americano”. “América -dice-, ha sido
condenada a la amnesia”. Tema abordado por el Dr. Díaz Lacayo en su obra “Las Tres Revoluciones Independentistas de América”.
Tanto el Dr. Díaz
Lacayo, como otros foristas, somos apasionados adoradores de Clío, Musa de
Herodoto: la Historia. Podríase parlamentar hasta lo infinito sobre la historia
de la humanidad que nos atañe a todos, pero, desde luego, necesario es comenzar
por casa, como aconseja uno de los gigantes del pensamiento americano, el
apóstol cubano José Martí: “La historia
de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe
la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no
es nuestra”.
Para limpiar
nuestras mentes de las tergiversaciones convencionales con que las han polucionado,
necesitan de frecuentes menstruaciones depurativas. Es la única forma de
higienizarlas, pero esto amerita un interés investigativo constante ausente de
agotador cansancio.
Son mis
mejores deseos que el Foro se atomice, que cada forista lleve a su hogar los conocimientos
adquiridos, que cumpla con el patriarcal deber de trasmitirlos a sus
descendientes, y se preocupe por el reclutamiento de nuevos miembros, para que
el Foro crezca, como la pelotita de nieve alpina, que en su rodar cuesta abajo,
va creciendo hasta convertirse en un alud atronador.
LOS CHARLATANES
Una de las
cosas fundamentales que recomiendo al Foro, es limpiarlo de charlatanes. En sus
años de infancia, siempre alentado por mi insaciable apetito de sumar
conocimientos, asistí al Foro. Me retiré decepcionado, uno o dos charlatanes
empañaban el parlamento con largas e infecundas intervenciones, cuyo único fin
era demostrar su fatua sabiduría, introduciendo en la asamblea, lo que García
Lorca llamara ¨el moscardón del
aburrimiento¨. De estos especímenes, de quien afirma el satírico Sócrates
“se creen sabios sin serlo” dice mi terrible artillero Federico Nietzsche : “Cuantos se las dan de sabios, sus sentencias
y verdades me hacen tiritar de frío: en su sabiduría hay a menudo un olor como
si procediese de la ciénega: y en verdad, ¡yo he oído croar en ella a las
ranas”!.
El linaje de
los charlatanes ha existido siempre. Ya Homero (S. IX a. de. C.) nos habla de
Margites. “Margites -dice-, era un personaje muy tonto, tenia de sí mismo una
idea muy elevada de sus talentos y facultades, y pretendía poseer abultados
conocimientos de las más diversas materias”.
Los margites
son legión. Como el polvo, se cuelan en todas partes. ¡Hay que sacudir ese polvo! Hablan con un aplomo que sorprende a
los legos en la materia. Suelen acompañar sus discursos con doctas
gesticulaciones apócrifas ensayadas con antelación. Democráticamente, hay que
permitirles hablar, así, autoexhiben su falaz farsantería ante los miembros de
carácter fuerte, normal y bien centrado. Nada los hará cambiar. “Genio y figura, hasta la sepultura”,
sentenció don Francisco de Quevedo y Villegas.
¡Que los dioses salven vuestro Foro de tan dañinos parásitos!
Escritor autodidacto
Granada 1924
Tel. 2268-9093 -
8879-2294
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