martes, 20 de octubre de 2015

El foro de la controversia.



EL FORO DE LA CONTROVERSIA

Manuel Aragón Buitrago

En todas las épocas y lugares, literatos, poetas y políticos, han buscado comunicarse, de este impulso, con sensación de anhelo, no escapa el hombre común, las comadres de la vecindad, ni el muchacho de la barriada. Los hombres siempre se han cuidado de que su cercanía “no sea la cercanía de los planetas” (según piensa Henry Miller), aunque sea para mostrarse los caninos y devorarse unos a otros.

Narra la historia, que Julio César, visitaba en su quinta de Túsculo al helenizado Marco Tulio Cicerón, su enemigo político, para charlar sobre literatura.

Darío, en sus memorias, nos habla de “los lunes de la Pardo Bazán”, y de “los sábados de Valera”. “La librería de Fernando Fe, dice, era lugar de reunión vespertina de algunos hombres de letras”.

El argentino Raúl González Tuñón, en su magnífica obra “La Literatura Resplandeciente” añora “La Covachita” y “El Café selecto” de el Gran Buenos Aires. “Hay una página conmovedora de Federico (García Lorca), -cuenta-, un poema que nos dijo alguna vez en la Taberna de Pascual, en la calle de la Luna, o en la del Pozo, en la de La Palma, o en la Cervecería de Correos, o en cualquier otra parte de Madrid, estando todos juntos en espera de la aurora: La niña ahogada en el pozo”.

En nuestra Managua, lo recuerdo con nostalgia, nuestros hombres de letras, cuando los hubo, se reunían en la cafetería “La India”, en el “Petit Café”, o en las cantinas que orlaban la rivera del Xolotlan, idílicos refugios de los adoradores de Baco y de las Musas, en donde periodistas, poetas y oficinistas, acariciados por la brisa lacustre, hermanaban o discutían sus cerebrales partos en anecdóticos debates borrados por el tiempo, debates añorantes de los diálogos platónicos como “El Banquete” o “El Gorgias”, diluvianos en retórica dialéctica, o en dialéctica retórica. En algunos casos, estos gladiadores del pensamiento y la palabra eran tan ágiles en sus intervenciones, que no eran aptas para seres armados por la naturaleza con mente rígida y sin velocidad perceptiva.

Vino el terremoto del 72, y, “consumatum est”. Pero no debemos de culpar al sismo de terminar con los talentos, lo que pasó es que los númenes ya se habían agotado en Nicaragua, y ahora, a los sumo, quedan solamente en pie “dos vacas sagradas”, de cuyas secas ubres no extrae un ápice de gracia el más experto ordeñador.

EL FORO DE LA CONTROVERSIA

Como el Noé bíblico ante el diluvio, Nicaragua tuvo también su Noé ante el cataclismo. Al árbol caído, herido por el rayo, le nacen también renuevos. El Dr. Aldo Díaz Lacayo, inspirado por el dios Apolo, cual pastor amante de sus dispersas ovejas, se ha ocupado de reunir en un redil literario a los amantes de este arte. El tercer sábado de cada mes, hace ya cerca de diez años, expositores y oyentes, a las 9 de la mañana, van arribando placenteros a su librería donde son recibidos con la sonrisa y caballerosidad características de la familia Lacayo. De ahí, parte el ilustre Mecenas escoltado por  fraternal cortejo hacia el Forum donde se debatirá sobre el tema acordado en el foro anterior. Como Tolstoi sin barba o Whitman sin sombrero, marcha a la cabeza del grupo cual César custodiado por bizarros pretorianos el gallardo líder.

Como en todo grupo de tormenta cerebral, algunas veces hay escaramuzas, y ante la inminente intervención de la diosa Discordia con su disociadora manzana, surge la voz apagafuegos del Mecenas, y, entre risas y humorísticos comentarios, la paz torna al recinto. “La razón, dice Voltaire, debe ser el nexo eterno de todas las sociedades”.

Aunque en su existencial década el Foro ha caminado, necesario es también aprender a volar. Si me equivoco, disculpas pido, pero me parece que al Foro le falta el oxígeno tonificante de la poesía, la filosofía, y, sobre todo, de la historia. Historia de la humanidad e historia nuestra. De nuestra sufrida Nicaragua, y de nuestra adolorida América. Cuando hablo de historia de la humanidad, o sea, universal, es porque la familia terrícola es una sola, basta remembrar el mítico monogenismo bíblico. Vanos han sido los esfuerzos de los estudiosos por descubrir otro planeta habitado. La tierra es un puntito ortográfico en la inmensidad cósmica.

NUESTRA HISTORIA

La historia de nuestra sufrida Nicaragua ha sido defenestrada de las aulas escolares y universitarias. José Dolores Gámez, Tomás Ayón, Jerónimo Pérez y Francisco Ortega Arancibia, auténticos valores, han sido criminalmente relegados al olvido por los antivalores que hemos tenido como ministros (así, con minúscula) de “embrutecimiento público”. “Dondequiera que la educación ha sido descuidada, dice Aristóteles, el Estado ha recibido un golpe funesto”.  Todos los nombres toponímicos de nuestros lugares se han españolizado, Ometepetl, es Ometepe; Massayatan, Masaya; Nicaraocalli, Rivas; Rio Yare, Rico Coco; Masatepetl, Masatepe. En América del Sur, México, y en Centro América Guatemala, han conservado esos nombres untosos de poesía, añoranza sentimental de nuestro origen. Los Pablo Antonio Cuadra y Enrique Peña Hernández son dos antivalores que se encargaron de tergiversar nuestra historia, el aporte de ellos, y el poco interés ciudadano, han jugado un importante papel en la pérdida de nuestras raíces.

R.R. Ayala, en su obra “Mitos y leyendas de los Indios Americanos”, expone: “El día en que desaparezca el último piel roja, Norteamérica habrá perdido sus auténticas raíces, y como tantas veces se ha repetido: quien pierde sus raíces, pierde su verdadera identidad”.

A nosotros nos las hicieron perder desde que Hernández de Córdoba mandó a vender como esclavos a nuestros antepasados al Perú. ¡Fue la génesis! La clase dominante, ya sea por ignorancia, o porque sus raíces son europeas, le erigió una estatua en la costa del Cocibolca al mercader de esclavos sin que mediase protesta alguna. ¡Maldito país! Tenían que ser los granadinos: coloniales, ultramontanos y archiconservadores, los que se postraron ante Walker, los artífices de tan infamante monumento. “Donde hubieron esclavos y siervos –dice José Ingenieros-, se plasmaron caracteres serviles”.

DE LA HISTORIA DE AMÉRICA

Sería educacionalmente nutritivo sentar en el Foro cátedra y púlpito sobre la historia de América. “Madre América”, “Nuestra América”, llámala amorosamente José Martí; “Patria es para los americanos la América española”, clama José Enrique Rodó; “Una sola debe ser la patria de todos los americanos”, proclama Bolívar, y en carta a Juan Martín de Pueyrredón, Supremo Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata, le decía el Libertador desde Angostura el 12 de junio de 1818: “Cunado el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su independencia, o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes, y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos, con el más vivo interés, a entablar, por nuestra parte, el pacto americano, que, formando de todas nuestras repúblicas un solo cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones, y la madre de las repúblicas”.

No deseo pecar de atrevido por mis años de ausencia, imputando al Foro si se ha, o no se ha disertado en él, el tema de América y nuestros americanistas. Estimo sería altamente estimulante, servir a los asistentes al Foro, en bandeja dorada, el ambrosíaco manjar de nuestra precolonial América. Intuyo que el Foro ha tenido letra, pero le falta la música.

En su libro “Memoria del fuego”, el último americanista, el uruguayo Eduardo Galeano, trata de rescatar “la memoria secuestrada de América Latina”, “la verdadera historia del continente americano”. “América -dice-, ha sido condenada a la amnesia”. Tema abordado por el Dr. Díaz Lacayo en su obra “Las Tres Revoluciones Independentistas de América”.

Tanto el Dr. Díaz Lacayo, como otros foristas, somos apasionados adoradores de Clío, Musa de Herodoto: la Historia. Podríase parlamentar hasta lo infinito sobre la historia de la humanidad que nos atañe a todos, pero, desde luego, necesario es comenzar por casa, como aconseja uno de los gigantes del pensamiento americano, el apóstol cubano José Martí: “La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra”.

Para limpiar nuestras mentes de las tergiversaciones convencionales con que las han polucionado, necesitan de frecuentes menstruaciones depurativas. Es la única forma de higienizarlas, pero esto amerita un interés investigativo constante ausente de agotador cansancio.

Son mis mejores deseos que el Foro se atomice, que cada forista lleve a su hogar los conocimientos adquiridos, que cumpla con el patriarcal deber de trasmitirlos a sus descendientes, y se preocupe por el reclutamiento de nuevos miembros, para que el Foro crezca, como la pelotita de nieve alpina, que en su rodar cuesta abajo, va creciendo hasta convertirse en un alud atronador.

LOS CHARLATANES

Una de las cosas fundamentales que recomiendo al Foro, es limpiarlo de charlatanes. En sus años de infancia, siempre alentado por mi insaciable apetito de sumar conocimientos, asistí al Foro. Me retiré decepcionado, uno o dos charlatanes empañaban el parlamento con largas e infecundas intervenciones, cuyo único fin era demostrar su fatua sabiduría, introduciendo en la asamblea, lo que García Lorca llamara ¨el moscardón del aburrimiento¨. De estos especímenes, de quien afirma el satírico Sócrates “se creen sabios sin serlo” dice mi terrible artillero Federico Nietzsche : “Cuantos se las dan de sabios, sus sentencias y verdades me hacen tiritar de frío: en su sabiduría hay a menudo un olor como si procediese de la ciénega: y en verdad, ¡yo he oído croar en ella a las ranas”!.

El linaje de los charlatanes ha existido siempre. Ya Homero (S. IX a. de. C.) nos habla de Margites. “Margites -dice-, era un personaje muy tonto, tenia de sí mismo una idea muy elevada de sus talentos y facultades, y pretendía poseer abultados conocimientos de las más diversas materias”.

Los margites son legión. Como el polvo, se cuelan en todas partes. ¡Hay que sacudir ese polvo! Hablan con un aplomo que sorprende a los legos en la materia. Suelen acompañar sus discursos con doctas gesticulaciones apócrifas ensayadas con antelación. Democráticamente, hay que permitirles hablar, así, autoexhiben su falaz farsantería ante los miembros de carácter fuerte, normal y bien centrado. Nada los hará cambiar. “Genio y figura, hasta la sepultura”, sentenció don Francisco de Quevedo y Villegas.

¡Que los dioses salven vuestro Foro de tan dañinos parásitos!




Escritor autodidacto
Granada 1924

Tel. 2268-9093  - 8879-2294

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