29
de septiembre de 2012
Managua, Nicaragua |
elnuevodiario.com.ni
La protesta de la musa
Manuel
Aragón Buitrago | Opinión
Para apuntalar mis
críticas a Darío, he encontrado un cuento de José Asunción Silva (1865-1896),
el poeta suicida, a quien Darío llamara “admirable colombiano”, y que él tituló
“La protesta de la Musa”. Por su argumentación pareciera que el cuento fue
inspirado en Silva al leer los escritos groseros de Darío, y de tratarse de una
casualidad, de todas formas le cae a Rubén como anillo al dedo. Escuchemos a
Silva:
“En el cuarto
sencillo y triste, cerca de la mesa cubierta de hojas escritas, la sien apoyada
en la mano, la mirada fija en las páginas frescas, el poeta satírico leía su
libro. La oscuridad del aposento se iluminó de una luz diáfana de madrugada de
Mayo; flotaron en el aire olores de primavera, y la Musa, sonriente, blanca y
grácil, surgió y se apoyó en la mesa tosca, y paseó los ojos claros, en que se
reflejaba la inmensidad de los cielos, por sobre las hojas recién impresas del
libro abierto.
¿Qué has escrito?
-le dijo.
Yo he hecho
–contestó, y la voz le temblaba como la de un niño asustado y sorprendido- he
escrito un libro de sátiras, un libro de burlas. No he sentido tu voz al
escribirlo, y me han inspirado el Genio del odio y el Genio del ridículo, ambos
me han dado flechas que me he divertido en clavar en las almas y en los
cuerpos, y es divertido. Musa, tú eres seria y no comprendes estas diversiones;
tú nunca te ríes; mira, las flechas al clavarse herían y los heridos hacían
muecas risibles y contracciones dolorosas, y me he reído. Musa, ríe conmigo. Y
el poeta satírico se reía al decir esas frases, a tiempo que una tristeza grave
contraía los labios rosados y velaba los ojos profundos de la Musa.
¡Oh profanación!
-murmuró ésta, paseando una mirada de lástima por el libro impreso y viendo el
oro- ¡oh profanación!, ¿y para clavar esas flechas has empleado las formas
sagradas, los versos que cantan y que ríen, los aleteos ágiles de las rimas,
las músicas fascinadoras del ritmo? La vida es grave, el verso es noble, el
arte es sagrado. Yo conozco tu obra. Has removido cieno y fango donde hay
reptiles, reptiles de los que yo odio. Yo soy amiga de los pájaros, de los
seres alados que cruzan el cielo y los inspiro cuando en las noches claras de
julio dan serenatas a las estrellas desde las enramadas sombrías; pero odio a
las serpientes y a los reptiles que nacen en los pantanos. ¿Por qué te ríes?
¿Por qué has convertido tus insultos en obra de arte? Tú podrías haber cantado
la vida, el misterio profundo de la vida; la inquietud de los hombres cuando
piensan en la muerte; las conquistas de hoy; la lucha de los buenos. ¿Por qué
has visto las manchas de tus hermanos? ¿Por qué has contado sus
debilidades?¿Por qué te has entretenido en clavar esas flechas, en herirlos, en
agitar ese cieno, cuando la misión del poeta es besar las heridas y besar a los
infelices en la frente, y dulcificar la vida con sus cantos, y abrirles, a los
que yerran, las puertas de la Virtud y del Amor? ¿Por qué has seguido los
consejos del odio? ¿Por qué has reducido tus ideas a la forma sagrada del
verso, cuando los versos están hechos para cantar la bondad y el perdón, la
belleza de las mujeres y el valor de los hombres? Y no me creas tímida. Yo he
sido también la Musa inspiradora de las estrofas que azotan como látigos y de
las estrofas que queman como hierros candentes. Yo soy la Musa Indignación que
les dictó sus versos a Juvenal y al Dante. Yo canto las luchas de los pueblos,
las caídas de los tiranos, las grandezas de los hombres libres..., pero no
conozco los insultos ni el odio. Quédate ahí con tu Genio del odio y con tu
Genio del ridículo.
Y la Musa grácil y
blanca, la Musa de labios rosados, en cuyos ojos se reflejaba la inmensidad de
los cielos, desapareció del aposento, llevándose con ella la luz diáfana de
alborada de Mayo y los olores de primavera, y el poeta quedó solo, cerca de la
mesa cubierta de hojas escritas, paseó una mirada de desencanto por el montón
de oro y por las páginas de su libro satírico, y con la frente apoyada en las
manos sollozó desesperadamente”.
Cualquier parecido
de este poeta con Darío es mera coincidencia.
* Escritor
autodidacta
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