martes, 18 de abril de 2017

PARALELO HISTORICO – LITERARIO MARTI Y DARIO
29 marzo de 2017

Manuel Aragón Buitrago                             

Titular de artículo del Dr. Jorge Eduardo Arellano. “Artes y Letras”. El Nuevo Diario 26 de abril 2015.

Quienes conocemos “Vidas paralelas” de Plutarco, no concebimos la existencia de paralelismo alguno entre Martí y Darío. Un paralelismo consiste en hechos psíquicos o psicológicos que se corresponden entre dos personas, y la distancia moral e intelectual que los separa es planetaria.

En Nicaragua no hemos tenido zagales intelectuales dignos de confianza. Una élite vanidosa y engreída se ha manifestado en periódicos y revistas con sus insípidas e insustanciales creaciones publicadas por editores tan ignorantes como ellos. Control de calidad no existe. Para ilustrarse es necesario buscar mentores foráneos.

Las élites, calificadas por Oscar Wilde como pandillas, han hecho mucho daño en todas partes. Immanuel Kant las describe artísticamente: “Pronto se advierte que esta sociedad honorable se divide en dos logias, la de los chiflados y la de los fanfarrones. A un chiflado erudito se le llama sencillamente un pedante. Si adopta el semblante altanero de la sabiduría, le va bien una gorra con cascabeles. La clase de los fanfarrones se encuentra mucho más en el gran mundo. Con ellos tiene uno mucho para reír. En esta caricatura, uno mira de reojo al otro, y con su cabeza vacía golpea la de su hermano.”

Estos especímenes patológicos presentados por Kant, aún los tenemos entre nosotros, cotidianamente manchan las páginas de los diarios con sus esperpentos.

En el artículo a comentar, Arellano comete graves desaciertos, demostrativo de su craso desconocimiento de la vida y obra de Martí. Señalo uno de ellos: “Salomón de la Selva dice desde los años treinta que Martí no era guerrero.” Atendamos sus arengas bélicas. En reunión con emigrados cubanos en Steck Hall, Nueva York, 21 de enero de 1880: “Los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre. Las piedras del castillo del Morro son sobrado fuertes para que las derritamos con lamentos, y sobrado flojas para resistir largo tiempo nuestras balas.”

“Martí habla a la juventud”. “Y a fe, que mientras hay que guerrear, en la guerra deben estar los jóvenes”.

Al Director del New York Herald. 2 de mayo de 1895: “Cuba se ha alzado en armas con el juicio del sacrificio y la solemne determinación de la muerte”.

Al Director del The Evening Post de Nueva York: “Solo con la vida cesará entre nosotros la batalla por la libertad”.

Corresponsalía al diario “La Nación” por la ejecución de los mártires de Chicago: “¿No lo decía Desmoulins?: “Con tal de alcanzar la libertad, ¿qué importa que sea sobre montones de cadáveres?”.

En el “Manifiesto de Montecristo” suscrito por Martí y Máximo Gómez en República Dominicana el 25 de marzo de 1895, se expone: “La guerra no es, en el concepto sereno de los que hoy la representan, la determinación de un grupo equivocado, sino la demostración solemne de la voluntad de un país harto probado en la guerra anterior, para lanzarse a un conflicto sólo terminable con la muerte”.

Arellano cae en contradicción al decir: “Lo azuzaron los intransigentes. Cuando se lanzó rifle al hombro a la manigua, iba al suicidio. Lo obligaron a suicidarse”, y discrepante: “Decidió morir en el momento que creyó oportuno y culminante. Su muerte ya estaba contenida en la “religión del patriotismo” al que se había consagrado durante toda su existencia”. En carta a su amigo mexicano Manuel Mercado el 18 de mayo, día anterior a su muerte, le decía: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber, puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo.”

Como ideólogo y fundador del Partido Revolucionario, no fue objeto de uso de nadie. No recibía órdenes, las daba y era obedecido. Su personalidad carismática como la de todo líder, era imponente y sugestiva.

Cuando el 5 de mayo de 1895 tuvo una tormentosa entrevista con Máximo Gómez y Antonio Maceo en el ingenio “La Mejorana” logró imponer sus criterios organizativos contra los de Maceo. Era auténtico estratega castrense.

Creo con esto basta para demostrar cuan equivocado anduvo Arellano en la entrevista concedida a la periodista cubana Glenda Arcia. El rústico Sancho Panza aconseja: “Cada uno mire cómo habla o cómo escribe de las personas, y no ponga a trochemoche lo primero que le viene al magín”.

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sábado, 21 de enero de 2017


Un réquiem para la filosofía
 Manuel Aragón Buitrago
  •  31 Enero 2016  
Cuando la norteamericana Paddy Lane, de Coyote Trail, Alaska, me regaló una biografía del escultor francés Augusto Rodin, con dedicatoria, calificándome de filósofo, me ruboricé. Después la profesora Aura Violeta Aldana Saraccini, me obsequió una magnífica obra “Introducción a la filosofía”. Dice ella: “La filosofía es una actividad humana inherente a hombres y mujeres. Representa esa parte de la actividad humana que aspira a la constante búsqueda del conocimiento infinito”. Afirma Cervantes: “Los montes crían letrados, y las cabañas de los pastores encierran filósofos”. Estos fueron peldaños que me convencieron que para ser filósofo, no es necesario ser un Aristóteles. Si filosofía, etimológicamente significa “amante de la sabiduría”, todo aquel que ame a esa ilustre señora, es un filósofo.
Dice Nietzsche: “La filosofía es el arte de la transfiguración”, pero si el arte es la manifestación de lo bello, no todo ser humano anhela la transfiguración. “Hay almas sombra sin anhelo” confiesa Darío. Émulos de Sancho Panza, “de la cuna a la mortaja” pasan por la vida sin cambiar.
Filósofos subversivos fueron los artífices de las revoluciones francesa y rusa. Los hay anodinos, insípidos “con una lengua sin luz ni temperatura, sin calor del alma”, califica Ortega y Gasset. Los filósofos primigenios son una especie extinguida, pero nos dejaron su precioso legado. Fueron firmes soportes de la humanidad en sus luchas contra sus opresores.
La filosofía nació en Oriente hace tres milenios, y en su peregrinar triunfante por continentales ámbitos, llegó a Occidente reciclada en Grecia. En todas partes fue bien acogida, hasta su arribo a Nicaragua, donde a finales de los años 90, fue defenestrada como materia indeseable de las universidades. Crimen de lesa cultura, fue admitido sin que los mercaderes de la educación protestasen, doblaron la cerviz mansamente y callaron. La educación en Nicaragua comienza a degenerar cuando se suprimieron la Urbanidad, Moral y Cívica, y con la expurgación de la Filosofía se le asestó la última estocada mortal, haciéndonos retroceder a las cavernas. “Dondequiera que la educación ha sido desatendida, el Estado ha recibido un golpe funesto”, señala Aristóteles. Indica Bolívar: “El gobierno forma la moral de los pueblos, los encamina a la grandeza y a la prosperidad. ¿Por qué? Porque teniendo a su cargo los elementos de la sociedad, establece la educación pública y la dirige. La nación será sabia y virtuosa, si los principios de su educación son sabios y virtuosos; ella será imbécil, supersticiosa, afeminada, y fanática, si se le cría en la escuela de estos errores. Por esto es que las sociedades ilustradas, (óigase bien, “ilustradas”), han puesto siempre la educación entre las bases de sus instituciones políticas. Las naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso con que camina la educación. Ellas vuelan si vuela, retrogradan si retrograda, se precipitan y hunden en la oscuridad si se corrompe o absolutamente se abandona”.
En el diálogo platónico “El banquete”, cuenta Sócrates: “Entre los bárbaros es prohibida la filosofía debido a las tiranías, ya que a los gobernantes no les conviene que se engendren en los gobernados grandes sentimientos y sociedades sólidas”. Por el mismo motivo, en el siglo primero de nuestra era, un decreto proscribió de Roma a los filósofos. En Nicaragua no tenemos un gobierno tiránico, pero se está imitando a los bárbaros si la filosofía no retorna  airosa a ocupar el pedestal que ocupa en Oxford, Cambridge, Minnesota y Berkeley.
Asevera Nietzsche: “El hombre es algo informe, un simple material, una deforme piedra que necesita la acción del escultor”. El único escultor capaz de transformar la bestia en hombre, es la filosofía. Afirma Aristóteles: “Reinar sobre hombres es mejor que reinar sobre bestias salvajes”. Rousseau aduce: “No es obligado hacer del hombre un filósofo sin antes hacer de él un hombre”.
Aristóteles es el filósofo más citado por escritores y en universidades. Sería ideal que la juventud leyera sus obras, sufrirían lo que el estagirita llama “una entelequia”, un cambio, cosa imposible sin el amor por la lectura.
Gertrudis Gómez de Avellaneda dice de la poesía: “¡Mil veces desgraciado, quien al fulgor de tu hermosura, ciego en su alma inerte y corazón helado, no abriga un rayo de tu dulce fuego! ¿Qué es el mundo sin ti?, templo vacío, cielos sin claridad, cadáver frío”. Lo mismo sería la vida sin filosofía, “templo vacío, cielos sin claridad, cadáver frío”.
Actualmente, mi filósofo predilecto es Nietzsche, el Dr. Alejandro Serrano C. dice de él: “Jamás ha existido un pensador más radical y absolutamente demoledor que Nietzsche”.


PARALOGISMOS DARIANOS


PARALOGISMOS DARIANOS
Manuel Aragón Buitrago

“Podría repetir aquí más de un concepto de las palabras laminares de Prosas Profanas. Mi respeto por la aristocracia del pensamiento siempre es el mismo. Mi antiguo aborrecimiento a la mediocridad, a la mulatez intelectual, a la chatura estética, apenas se aminora hoy con una razonada indiferencia.” Rubén Darío. Prefacio del “Cantos de vida y esperanza”. Madrid, 1905.

Extraño me es oír hablar de respeto a la aristocracia del pensamiento a quien la irrespetó acerbamente en las personas de ilustres pensadores que legaron a la humanidad, al par del ejemplo moral de su conducta, la herencia de bellos conocimientos que no dejó él. Para Darío no existía nadie sin defectos, él era el único perfecto; dios demiurgo, sin él la literatura y la poesía no existirían. Su paranoia de vulgar criticón no tiene límite. Que yo sepa, es el único de los muchos que conozco, que ha enlodado la lengua en que escribieron “Cervantes y Calderones”.

En su “razonada indiferencia” olvida que de mediocres se sirvió para sustentar sus atribiliados dicterios en contra de la raza negra y del pueblo trabajador, y que su afamado Modernismo es un producto nacido de dos lenguas romance.

En cuanto a lo de “chatura estética”, “La estética -  me dice el Larousse-; es la teoría de la sensibilidad, la ciencia que trata de la belleza y de los sentimientos que hacen nacer lo bello en nosotros”.

La sensatez me obliga a no aceptar la existencia de una estética chata. Ese gol que se lo anote Darío a sus devotos patológicos que no razonan porque no han aprendido a pensar. “El orador- dice Sócrates-;  no tendrá ventajas sobre las personas instruidas.”


10.08.16

LA ICONOCLASTIA EN DARÍO

LA ICONOCLASTIA EN DARÍO
Manuel Aragón Buitrago
“Yo no soy iconoclasta. ¿Para qué? Hace siempre falta a la creación el tiempo perdido en destruir”. Rubén Darío. Dilucidaciones de “El canto errante”. Madrid, 1907.
“Iconoclasta – me ilustra el diccionario de sinónimos y antónimos-, arrasador, destructor, vandálico, perturbador”.
Dice un adagio popular que el pez por su boca muere, y esto se cumple a cabalidad en Darío. El virus de la pasión por iconoclastar a personalidades dignas de augusto respeto anido siempre en su mente. Aristóteles, Emilio Zolá, Federico Nitzsche, Walt Whitman, Andrés Bello, José Joaquín Olmedo, fueron víctimas de la segadora haz de su venenosa e injusta crítica pero hoy me ocupare de su pretendida y fallida difamación al patriota irlandés Jonathan Swift en su libelo “apología de la risa” correspodiente a su libro “mundo adelante”.
Jonathan Swift (1667- 1745), es el autor de la bella obra “Los viajes de Gulliver”, en la cual critica la corrupción y despotismo del gobierno opresor de su amada Irlanda, con una pluma humorística, pero punzante y corrosiva que no tiene nada que envidiar Rabelais (Rabelé) el gran satírico galo, por lo que Voltaire le llamó “el Rabelais irlandés”.
“Escribo – dice Swift - , con el nobilísimo fin de informar e instruir al género humano, propósito para el que puedo, sin modestia, preciarme de cierta superioridad, basada en las enseñanzas recibidas durante largo tiempo que conversé con los houyhnhnms (habitantes de país imaginario) más eminentes. Escribo sin mira alguna de provecho ni de nombradía, sin dar jamás curso a una palabra que pueda parecer repercusión de afectos personales o suponer la menor ofensa, aun para aquellos que más pronto estén a tomarla, así que espero tener justo derecho a calificarme de autor completamente irreprensible, contra el cual los ejércitos de la réplica, el examen, la observación y la averiguación, no encontraran nunca motivo para ejercitar sus talentos”.
En su Exposición, Swift no contó nunca con el talento obtuso de Darío. Me adelanto a decir, que Darío poseía dos talentos; uno agudo, otro romo. Para sus mejores pensares usó el primero, para sus ponzoñosas ruindades el segundo. Esto no escapa al lector inteligente dotado de ético y estético discernimiento.
Swift no fue único patriota que criticó a Inglaterra, lo hizo también Oscar Wilde comparándola con Calibán, el personaje de instintos salvajes de la obra de Shakespeare “La Tempestad”. El prócer irlandés Daniel O´Connell que hizo votar el acta de emancipación de Irlanda, hizo llorar a Charles Dickens cuando relató en el Parlamento ingles los sufrimientos de su pueblo. Dickens, siendo inglés, tampoco dejó de hacer las más acerbas y vigorosas críticas a la corona. Sólo Darío, que era de índole controvertida y disparatada, pudo llamarle “la noble Inglaterra”, después de los vejámenes a que sometió a Nicaragua relatados por él mismo. Los discípulos de Heródoto no desconocen las crueldades cometidas por los ingleses en sus colonias.
No deseo entrar en acción sin antes citar dos pautas lógicas darianas: “La opinión sin el conocimiento es floja y sin valor”. “cuando la mueve su pasión, su interés o su conveniencia, la civilización europea es más bárbara que los bárbaros”.
Escuchemos al antinómico e irreverente Darío disertar en su libelo “apología de la risa”. “En la historia literaria existe una figura extraña, representación del egoísmo y de la dañina burla: Swift. No le atormenta el spleen británico, la enfermedad nacional. Es un espíritu emponzoñado, lleno de cruda misantropía: Especie de hombre -  escorpión, siempre listo para asestar el garfio que inocula el veneno. Su arma fue la risa; pero ella es en él salvaje bufonería, cruel dardo de un ser dañino; su talento era corrosivo como un frasco de ácidos; fue el exacto tipo del “panfletista”. El creador de Gulliver hizo del sonoro y buen metal de la risa un puñal, que puso en manos de su ambición y su rabia. Swift, en medio de su hipocondría y de su ruindad, solamente obedece a sus pasiones, y arroja su chiste al rostro de la sociedad como un vaso de vitriolo. Mal haya aquél que en el buen campo, que Dios le dió, cultiva plantas venenosas y llena de espinas! Swift, funesto sembrador, sembró en su huerto cactus y ortigas. Reía con gracia mala. El gracioso era mal hombre. El caso de Swift se repite con alguna frecuencia en escritores que, si no lo igualan en talento, lo superan en maldad. Emplean su habilidad, más o menos crecida, en desgarrar. Hacen de la sátira el arma de su rabia. Alfredo de Musset en su verso de oro nos dice que ser admirado no es nada; el asunto es ser amado.” Darío fue prolijo en crear y citar bellos preceptos morales cuyo primer vulnerador fue él.
¡Qué horror! Qué alud de calumnias y mentiras usa Darío contra un ilustre patriota que como Bolívar y Martí tuvo la virtud de luchar por la libertad de su país.
El enciclopédico VOX dice de Swift: “Prosista vigoroso, lleno de pasión y de ingenio, satírico implacable y el más agrio de los humoristas. Representante típico de la crítica demoledora de la época. “Los viajes de Gulliver” son una sátira a Inglaterra y a la sociedad humana; y libro de fama universal por la originalidad de la fábula en que se fundamenta”.
Y pensar que éste ardoroso detractor de Swift es el mismo que dijo: “¡Viña de la inmortalidad, dame el fruto de la verdad!”. “no me avengo con bajos pensamientos y vulgares palabras”. “hemos de ser juntos, hemos de ser buenos, hemos de olvidarnos de todos los odios, de toda mentira, de toda ruindad”. “Mas por gracia de Dios en mí conciencia, el bien supo escoger la mejor parte”. “Mí intelecto libré de pensar bajo”, y otras sofisterías en que fue exuberantemente primaveral.
“No dejes que tu boca te haga pecar”, recomienda el Eclesiastés. “no todas las palabras convienen a todas las bocas”, sentencia Nietzsche.
Según confesión propia, uno de los primeros que leyó Darío, fue El Quijote, pero parece no haber capitalizado el consejo cervantino: “Enfrena la lengua, considera y rumia las palabras antes que salgan de la boca”. La discreción es la gramática del buen lenguaje”; prefirió seguir el ejemplo de la Locura de Erasmo de Rotterdam: “a mí siempre me ha gustado decir lo que se me viene a la boca”.
¡Gracias José Ingenieros por haberme enseñado que los hombres excelentes no saben envenenar la vida ajena!
Yo me pregunto, ¿qué circunstancias motivaron a Darío a sudar calentura ajena? Él fue siempre un haz de contracciones aquejado de laberintitis mental, para combatirlo como desacertado crítico, nada tan eficaz como escrutar su artículo “La crítica”; Madrid, 1899, armado del escalpelo de la razón, contiene un arsenal de argumentos para contradecirle.
“La crítica anota Darío en su artículo -, tiene que encogerse, tiene que rebajarse para ser aceptada. Todo el mundo puede tratar de cualquier cosa con un valor afligente. No llamo censura a los gritos de la burla baladí que todo lo mancha y pisotea. Ruindades de bufón inmoral en sus injusticias de momo no faltan. Alardes de procaz insulto, de falta de respeto a ideas y legítimas autoridades, abundan; pero eso ¿qué tiene que ver con la crítica honrada, concienzuda y edificante? Comprendo lo grave que encierra el trabajo de pensar y juzgar”.
Implacable lictor, fue el más genuino infractor de sus preceptos. Irreflexivo crónico, no se tomaba el trabajo de pensar ni de indagar para juzgar. Su artículo es un formidable bumerán que se vuelve contra él mismo. Su irrespeto a legítimas autoridades del mundo intelectual fue masivo.
En su poema “Los cauterios”, reprocha a Zoilo por su crítica a Homero: “Zoilo, lleno de lodo y enfermo de gangrena que le vicia, ebrio y desatentado, osa al genio sagrado y le arroja a la cara su inmundicia”, pero él lo emula y supera lanzando a la cara de Swift sus inmundicias.
Darío fue émulo del dromedario fabulesco que se fijó en la joroba del camello olvidando que él tenía dos magníficas jorobas. Miraba defectos en todo el mundo e ignoraba los suyos que eran abundantes. “Conócete a ti mismo – exhorta Esquilo – eres mejor para amonestar a otros y no a ti mismo”.
Swift no escribió su obra riéndose ni para hacer reír a nadie. “Hay tiempos en que la sabiduría se convierte en una carga y en que el conocimiento se identifica con el dolor. Nada de risa donde nadie debe reír. No podemos llevar la risa a los amargos labios de Giacomo Leopardi”, nos dice Oscar Wilde en su obra “El crítico como artista”.
En el diálogo platónico “Gorgias, o de la Retórica”, Sócrates expresa: “Es más de lamentar vivir con un alma que no está sana, sino corrompida, injusta e impía, que con un cuerpo enfermo”.
Darío fue un ente enfermo de alma y de cuerpo. Su enfermedad del alma la evidencia en varios de sus escritos en que salen a luz la vulgaridad y la grosería que habitaban en su alma. Sus enfermedades psíquicas y corpóreas se las confiesa a Juan Ramón Jiménez en varias de sus epístolas, sobre todo “su terrible neurastenia”.
“La belleza, la armonía, y la gracia del discurso- enseña Sócrates- , son la expresión de la bondad del alma, de un alma cuyas costumbres son bellas y buenas. La falta de gracia y de armonía es la señal de un mal espíritu y de un mal corazón”.
¿Fué Darío un hombre de buenas costumbres? Invito a leer su autobiografía. Darío con sus críticas cayó canibalismo, no se devora a otros hombres despedazándolos solamente con los dientes, también con la pluma se desgarra y destruye, el tratar de deslucir a otros se convirtió en él en hábito mental. En su empeño en desprestigiar, mancillar e infamar a notables personalidades, hizo uso de la calumnia y de la mentira, sin percatarse, irreflexivamente, que estaba contribuyendo a su propio desprestigio. ¿“Podrá mantenerse puro un pájaro que a otro pájaro devora”?, interroga Esquilo.
Miente Darío cuando en su artículo “Los Colores del estandarte” dice: “Es la verdad: delante de la autoridad magistral, delante de los espíritus superiores, soy modesto y respetuoso”. Cuento para quienes no le conocen.
Todos los falsos defectos que Darío imputa a Swift, son pinceladas de un autorretrato salido de lo más profundo de su hontanar, además de demostrar que al adjetivar no usaba bien el castellano.
“Podemos tener un gran talento – dice Don Miguel de Unamuno- , lo que llamamos un gran talento, y ser un estúpido del sentimiento y hasta imbécil moral”. ¿Quién se atreve a negar que Darío fue un ser sin sentimientos y un imbécil moral?
“La grosería – sentencia Aristóteles- , rebaja al hombre al nivel de la bestia”, y Darío, fue grosero.
“La vulgaridad en un cierzo que hiela todo germen de poesía capaz de embellecer la vida”, afirma José Ingenieros, y Rubén, fue vulgar.
“La verdad sangrienta es también verdad” poetiza Martí.
“La salsa del ridículo es un don especial del lobo humano. Al lobo humano parece que el arte le pusiese en el hígado una extraña y áspera bilis”, confiesa Darío. Aunque en esta repartición a él le tocó una mayor parte de bilis, se equivoca al mezclar el arte con lo ridículo.
En “El canto errante” tiene Darío una poesía que en su inveterado afrancesamiento titula “Fant mieux”, pero que en cervantina lengua significa “Tanto mejor”. He decidido trasplantarla, ya que en ella afirma el poeta con estético estilo que la gloria de los grandes hombres, no hay nube que pueda oscurecerla. “no hay proa que taje una nube de ideas”, dice Martí.
“Gloria al sapo y a la araña y su veneno, gloria al áspero errar, gloria a la insidia, gloria a la cucaracha que fastidia, gloria al diente del can de rabia lleno, gloria al odio bestial, gloria a la envidia, gloria a las ictericias devorantes que sufre el odiador. Gloria a la escoria que carece de luz de los diamantes; pues toda esa miseria transitoria, hace afirmar el paso a los atlantes cargados con el orbe de su gloria”.
Darío escribió siempre cosas dignas de aplicárselas a él, todas estas glorias son a propósito para su propia glorificación.
Swift no fue egoísta. El spleen británico no tenía por qué atormentarle ya que él no era británico, además de que el spleen no aquejaba al pueblo trabajador, sino a las clases altas. “Víctimas del spleen los altos lores”, dice Juan de Dios Peza. “El spleen – afirma Swift- , sólo hace presa en los holgazanes y en los ricos”. En cuanto a lo de misántropo, bufón y panfletista, fueron debilidades más propias de su censor que de Swiftr. Darío fue toda su vida histrión congénito de los poderosos. ¿Hipocondríaco? Nadie más hipocondríaco que él, oigamos sus gimoteos: “Quiero expresar mi angustia en versos…”, “En las horas amargas que he sufrido…”, “En este mundo de duelo y aflicciones…”, “Yo supe de dolor desde mi infancia”, “¿por qué mojan mis labios sólo melancolías que corren hasta mi alma como corrientes frías?”, “En estos versos de dolor impregnados, como en un vaso vierto en ellos mis dolores… las tristes nostalgias de mi alma, y el duelo de mi corazón tristes de fiestas”. La desfloración amarga de mi vida”.
El único artífice de la desfloración de su vida fue el mismo, así lo confiesa: “En cuanto a la bohemia inquerida, ¿habría yo gastado tantas horas de mi vida en agitadas noches blancas, en la euforia artificial y desorbitada de los alcoholes, en el desgaste de una juventud demasiado robusta, si la fortuna me hubiera sonreído y si el capricho y el triste error ajenos no me hubieran impedido, después de una crueldad de la muerte, la formación de un hogar?”
“Con el mal moral siempre fue a la par el físico”, afirma Emmanuel Kant. En la introducción a las obras completas de Darío editadas por Afrodisio Aguado se lee: “Rubén era ya entonces lo que continuó siendo toda su vida, dado a amoríos y al alcohol, inconsciente y pendenciero, con un corazón de niño irresponsable”.
“los viajes de Gulliver”, asevera el Larousse, es la sátira mordaz contra la sociedad inglesa. Swift defendió ardorosamente la causa de Irlanda. La obra es tan genial que influyó poderosamente en el carácter de un hombre tan difícil como Voltaire, miembro de casi todas las academias culturales de Europa. “La  pasión por los viajes – cuenta David Satrauss en la biografía de Voltaire- , extiende su radio de acción hasta las estrellas en el cuento Micromegas, historia filosófica, inspirado muy de cerca en la manera de Swift”.
¿Qué motivaría a Darío, me pregunto yo en páginas anteriores a verter toda su ponzoña de hombre –escorpión en contra de Swift? ¿No sería que se sintió aludido referente a su traición al Dr. Rafael Zaldivar cuando Swift expone: “Aquel que paga con traición a su bienhechor ha de ser necesariamente un enemigo común del resto de la humanidad, que no le ha hecho beneficio ninguno, y, por tanto, tal hombre no es a propósito para esta vida”?
“los versos Yámbicos – certifica Aristóteles - , la injuria y la calumnia”, ingredientes que no dejó de usar Darío en algunos de sus artículos. Si mi ensayo no gusta a los darianos patológicos, espero me combatan con argumentos convincentes, fiel discípulo de Sócrates, “soy de los que gustan de que se les refute cuando no dicen la verdad, y de refutar a los otros cuando se apartan de ella, complaciéndome tanto en refutar, como en ser refutado”.


Miércoles, 31 Agosto 2016.

LA AMBIGÜEDAD EN RUBÉN DARÍO

LA AMBIGÜEDAD EN RUBÉN DARÍO

Manuel Aragón Buitrago

“El primero de los historiadores de Nicaragua es Jerónimo Pérez, pero es inculto; escribe en una lengua casi bárbara, pretende a veces intercalar versos en sus narraciones; no como Plutarco, ajenos, sino propios y absolutamente detestables” Rubén Darío. Artículo “Rojo y negro” de su libro “Polémica”.

“Los libros de historia política y biografía que dejó Jerónimo Pérez, deben ser aplaudidos; Pérez era observador atento. Legó materiales que más tarde pueden ser aprovechados” artículo “Prólogo para historia de 3 años”; de su libro “Crónica política”.

“Si un hombre tiene mente confusa escribirá de un modo confuso” William Somerset. “La luna y seis peniques”.

“Las conciencias infelices se enredan en sus contradicciones”. Jean – Paul Sartré. Premio nóbel 1964 – Prólogo a “Los condenados de la tierra” de Franz Fanón.

“El sabio es firme como el sol, el necio cambiante cómo la luna”. Eclesiasté.

En más de medio siglo que llevo trajinando por los vericuetos del mundo de las ideas, no me he encontrado con un viandante más paradójico, más proteico, que Darío. Es un escritor en el cual no puede uno confiarse, ya qué, a vuelta de página se contradice. Este género de escritores los define muy bien Jaime Balmes en su obra “El Criterio”: “Hoy ensalzan lo que mañana maldicen; es para ellos un dogma inconcuso lo qué mañana es miserable preocupación. En una misma obra se contradicen de una manera chocante”.

Las opiniones vertidas por Darío sobre Jerónimo Pérez me han obligado a revisar su obra, no encontrando en ella nada de censurable, sino más bien que lamentar que tan preciosas enseñanzas históricas tan hermosamente expuestas, hayan sido defenestradas de la educación pública por ignorantes apátridas ministros del ramo de la enseñanza.
“Pretende  a veces intercalar versos en sus narraciones… versos absolutamente detestables”. Aquí el Príncipe de las letras castellanas hace mal uso del castellano pretender es intentar hacer algo y Pérez no pretende, realiza. Su único verso que he encontrado es su oda de bienvenida al Sol del año 1855: “Es el sol que brillante y despejado, un año nuevo empieza en su carrera; año en que el mundo su bonanza espera, para olvidar los males del pasado”. “sube pues, oh magnífica lumbrera, por ese inmenso y dilatado espacio, reflejando tus rayos de topacio, en el brillante azul de nuestra esfera”. “sube, y en el límpido y claro firmamento; no haya una nube que tu faz empañe, tu luz dorada el hemisferio bañe vida anunciando, paz y movimiento”. Su odisea consta de seis cuartetos, pero con estos tres bastan para demostrar no hay en ellos nada detestable. Su prosa de despedida al año 1854 es esquiliana: Adiós, año 54  con todas tus desgracias; tu desolación y exterminio, anda a ocupar tristemente el lugar que te cabe en el seno de la eternidad, adiós. Yo te confieso que sin pesadumbre alguna me despido ti, y que antes bien ansiaba tu salida por lo fatal que has sido a la ventura de mi país; ventura que, si bien no puedo prometerme de tu sucesor, al menos nos vendrá éste a enjugar tantos ojos que lloran y a aquietar tantos corazones que palpitan; o cuando no, no hará verter tantas lagrimas como hasta ahora se han vertido”.  Es esto suficiente para certificar que Pérez ni es inculto, ni hace uso de una lengua casi bárbara como afirma Darío.
“Para conocer la calidad del vino- dice Oscar Wilde- ; no es necesario beberse todo el tonel”.
Así como el cubano José Martí y el Uruguayo José Enrique Rodó dedicaron sus obras a la juventud de América, con igual amor Pérez dedicó la suya a la juventud de su patria: “Bella juventud, esperanza de mi patria, objeto de mi predilección; yo os dedico esta obrita, que, aunque mal escrita, debéis leerla fijándoos en los acontecimientos y no en su estilo. Aceptadla, y si os fuese provechosa, quedarán todas mis esperanzas satisfechas”.
Su biógrafo dice de él: “Es el sembrador que tira la semilla en el campo exuberante y virgen de la juventud.”
18.08.16





sábado, 11 de junio de 2016

RUBÉN DARÍO EPÍGONO CONFESO





RUBÉN DARÍO EPÍGONO CONFESO


Manuel Aragón Buitrago

Si San Agustín y Rousseau hicieron sus confesiones, Darío nos dejó las suyas.  Si he escandalizado a algunos con mis escritos, es porque como Rubén dice: “el amor no admite cuerdas reflexiones “. Los argumentos usados en mi crítica al poeta, los vitaliza el juglar de Margarita y de Los Motivos del lobo.  Los apologistas del poeta están molestos porque doy a conocer un Darío secuestrado largo tiempo por ellos.

Las confesiones de Darío en “Historia de mis libros “, son una rotunda negación a la generalizada afirmación de que el aedo fue genio. “ Ser genio – certifica Leopoldo Zea – implica partir de sí mismo “.

Escuchemos a Rubén confesando haber sido “caja de resonancia “de otros autores en un popurrí de escuelas literarias de entonces: “Azul es un libro parnasiano.  En El rey burgués creo reconocer la influencia de Daudet ( naturalista ) ; en El Sátiro sordo , el procedimiento es más o menos mendesiano ( parnasiano ) , pero se impone el recuerdo de Víctor Hugo ( romántico ) , y de Flaubert  ( realista ); en La Ninfa, los modelos son los cuentos parisienses de Mendès ( parnasiano ) , Armand Silvestre y Mezeroi ; en El Fardo , triunfa la entonces en auge escuela de Zolà ( el naturalismo ); en El Velo de la Reina Mab, sí , mi imaginación encontró asunto apropiado, el deslumbramiento shakespeareano me poseyó, y realicé por primera vez el poema en prosa ; La muerte de la emperatriz de la China, es un cuento ingenuo, con algún eco a lo Daudet (naturalista ). Al Mejicano Díaz Mirón, lo imité en ciertos versos agregados en ediciones posteriores de Azul “.

En la poesía, el mismo acontecer.  Oigámosle al referirse a Prosas Profanas : “ En Era un aire suave , sigo el precepto del Arte Poético de Verlaine ( simbolista ); en Del Campo , me ampara la sombra de Banville ( romántico ) , La Canción de Carnaval es también a lo Banville ; en El paisaje, escribí como escuchando los violines del Rey , poseyeron mi sensibilidad Rameau y Lully ( Juan Felipe Rameau , compositor francés innovador de la ópera ; Juan Bautista Lully, músico francés nacido en Florencia , creador de la òpera en francia ) ; El País del sol, es formulado a la manera de los “ Lieds de France “ de Catulle Mendès ( romántico – parnasiano ); Cosas del Cid encierra una leyenda que narra en prosa Barbey D’Aurevilly y que, en verso he continuado “.

En el ensayo “La formación literaria de Rubén Darío “del norteamericano Charles Dunton Watland, su tesis al graduarse Doctor en Filosofía en la Universidad de Minnesota, cita a Andrés González Blanco diciendo: “¡Cuánto trabajo cuesta llegar a la originalidad! Para tener personalidad propia, le fue menester a Darío recorrer todas las etapas de indecisión y tanteo. ¡Cuántos caminos trillados pisó antes de encontrar su camino! ¡Cuántos materiales extraños acumuló para construir su propia casa!” González Blanco  con Alberto Ghiraldo, editó parte de las obras de Darío.

“Me encantan – dice Darío- los poetas que como el árbol de su floresta, dan la flor propia “, más en él no todo fue flor propia “, esto se comprueba al comparar su Rima XI con Introducción Sinfónica a las Rimas de Bécquer.  Lo fatal tiene también brisas becquerianas.  Los Motivos del Lobo tienen su embrión en el capítulo XX de Las Florecillas de San Francisco.

“Darío miente al decir: “No gusto de moldes nuevos ni viejos.  Mi verso ha nacido siempre con su cuerpo y su alma, y no le he aplicado ninguna clase de ortopedia.  Cuando afirma: “Azul es parnasiano “, no supo lo que decía, acusativo prodromàtico de que su salud mental no marchaba bien.  Azul es el resultado de las cohabitaciones cerebrales de Darío con diversos autores y, por lo tanto, literariamente bastardo.

Consejo dariano: “Quien siga servilmente mis huellas perderá su tesoro personal y, paje o esclavo, no podrá ocultar sello o librea “, pero fue él, el más genuino transgresor de sus preceptos.
Epicteto, esclavo- filósofo frigio  (50-120 d.n.e), aconseja: “No hacerse valer por cosas que dependan de otros, sino de uno mismo, o renunciar a hacerse valer “.

Don Juan Ramón Jiménez describe así  el eclecticismo dariano: “Darío tiene rosas de la primavera de Hugo, violetas de Bécquer y plantas de Verlaine”. (Verlén). “La humanidad amará siempre a Rousseau por haber confesado sus pecados no a un sacerdote, sino al mundo”. Oscar Wilde. Lo mismo hizo Darío, merece respeto.

Escritor y poeta
Tel. 2268-9093



25.01.16

jueves, 2 de junio de 2016

EN DEFENSA PROPIA



EN DEFENSA PROPIA

Manuel Aragón Buitrago

Tengo 92 años, durante 36 de ellos he escrito en El Nuevo Diario. Me conceptúo su Decano. Con mi pluma he honrado sus páginas. Siempre al escribir, he tenido presente dos principios éticos, el juramento de León Tolstoi: “No mentir hablando, ni mentir callando”, y el consejo de Rafael Mainar en “El arte del periodismo” : “Cuando haya que emplear como arma la pluma, debemos acordarnos de la vieja leyenda de los toledanos aceros: no me saques sin razón, ni me envaines sin honor”.
Por la publicación de mi escrito “Darío por Darío”, filisteos anónimos me han lanzado piedras con honda de notoria ignorancia. Faltos de argumentos, recurren al insulto y la calumnia imputándome culpas existentes solamente en sus caóticos cerebros, ignoran que en el mundo de las ideas, no hay campo para la ignominia, ni sitio para la vulgaridad. Privados de facultad perceptiva e interpretativa, no entendieron mi exposición.
“Existe una ley que obliga a respetar la imagen de nuestro Bardo Universal, es la ley 333, debemos apegarnos a ella”, dice uno de ellos.
Ilustro al señor, en su obra jurídica “Introducción al Derecho”, Sir Paul Vinogradoff dictamina: “Ni el Estado, ni su Derecho, pueden asumir la imposible tarea de influir sobre todos los derechos que implica la vida social y obligar a los individuos en su selección y gestión. Las normas jurídicas tratan de regular la conducta de los hombres, sus acciones y actividades externas; no aspiran a regir sus pensamientos y deseos. El objeto del Derecho es conseguir el orden social, y, por lo tanto, regular las relaciones entre los hombres, no su conducta íntima”.
“¿Por qué El Nuevo Diario publica un artículo que viola la ley 333?”, pregunta otro.
El Nuevo Diario ejercita un periodismo profesional, que de acuerdo al gran uruguayo José Enrique Rodó, debe ser “Cátedra y púlpito, ágora y academia”. Tienen además, conocimiento, de los Derechos Humanos de los cuales es nuestro país signatario, entre ellos la libertad de expresión.
El filósofo alemán Emmanuel Kant (1724-1804), observa en su obra “Filosofía política”: “Es preciso que haya libertad de expresión y de prensa en un Estado, ¿por qué otro medio podría el gobierno alcanzar los conocimientos que favorecen su propia intensión esencial? La libertad de la pluma es el único paladín de los derechos del pueblo”.
“No existe comején devora libros que pueda opacar la gloria del rey de la lengua castellana”, expone otro, que en eufórico arrebato le da Golpe de Estado a Cervantes. En cuanto a lo de comején devora libros, el exponente ignora, que escritores como Charles Dickens y Máximo Gorki, fueron comejenes devoradores de libros. Kant solía decir: “Yo siento toda la sed por el conocimiento y la inquietud desasosegada de conocer siempre más”. Johann Herder, testifica de él: “Con el mismo espíritu que sometía a prueba los escritos de Leibniz, Baumgarten, Crusius y Hume, seguía las leyes materiales de Kepler y de Newton. Acogió todos los descubrimientos de la naturaleza que llegaban a su conocimiento”.
Escuchemos a Darío: “En un viejo armario encontré los primeros libros que leyera. Era un Quijote, las obras de Moratín, Las mil y una noches, la Biblia; Los Oficios de Cicerón; La Corina de Madame Stael, un tomo de comedias clásicas españolas y una novela terrorífica, de ya no recuerdo que autor, La caverna de Strozzi. Amante de la literatura clásica, me he nutrido de ella”. Los comejenes devora libros y los asnos somos producto de la naturaleza, diferenciados por el uso de la razón.
“Muy pequeño es el cerebro de su enemigo, y muy grande el odio que le profesa”, dice otro desconocido. El índice cefálico de un hombre, que es de 35 grados, no puede ser evaluado por quien tenga el grado cefálico de una gallina que es de 0,001. En cuanto a lo del odio, el odio engendra odio. Darío escribió artículos que solo pueden tolerar sin inmutarse quienes carecen de dignidad, autoestima, o amor propio y al prójimo.
Que el señor Aragón moje su pluma en agua bendita antes de escribir sobre nuestro glorioso panida”, recomienda otro incógnito. El caballero ignora que su ídolo para escribir “Dinamita”, “La raza de Cam” y “La obra del populacho”, alimentó su pluma con vitriolo. A pesar de haber leído a Cervantes, olvidó su consejo: “Enfrena la lengua, considera y rumia las palabras antes que te salgan de la boca. Los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos”. 
Darío aconseja: “No toquéis a quien maneja las ideas”, y recuerda la apocalíptica sentencia de Enrique Heine: “¡Ten cuidado rey de Prusia con los poetas, te pueden meter en los infiernos!”.

Escritor y poeta
Tel.: 2268-9093


31.05.16