martes, 20 de octubre de 2015

La obra de jehova.



LA OBRA DE JEHOVÁ

Manuel Aragón Buitrago

“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho”. Gén. 6:5-7.

¿Qué pecado habían cometido las bestias y avecillas del cielo?

“Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Y dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra”. Gén. 6:12-13.

“¡Demasiadas cosas se le malograron a ese alfarero que no había aprendido bien su oficio! Pero el hecho de que se vengara de sus pucheros y criaturas porque le hubiesen salido mal a él, eso es un pecado contra el buen gusto”. Federico Nietzsche.

“La perfección de la obra está siempre en relación directa de la perfección del obrero. Es el obrero el que debe acomodarse a las exigencias de su obra”: Platón. “La República”.

“¿Por qué fue creado el hombre? O por lo menos, ¿por qué no se creó en su lugar algo honroso? Dios tuvo su oportunidad. Pudo haberse llenado de prestigio. Pero no, tenía que entregarse a esta grotesca locura, a esta calaverada, que tuvo que darle remordimientos cuando se puso a pensarlo y observó sus efectos”. “El hombre es un conjunto de perversidad, cobardía, debilidad y absurdos, un organismo enfermo, un parásito de la naturaleza, un animal atolondrado, pero asesino, más bajo que el cerdo, es un museo de enfermedades, una casa de impurezas. No fue hecho de barro, sino de cieno”. Mark Twain.

“El hombre no es razón, sino un haz de contradicciones”. Miguel de Unamuno.

“El hombre no tiene más males que los que se ha dado el mismo”. “¿Por qué el hombre solo está sujeto a volverse tonto?”. Juan Jacobo Rousseau.

“De repente me sentí asqueado de la brutalidad humana, asqueado de guerras y matanzas, de mentiras y manejos políticos, asqueado de la civilización de las drogas, de la pornografía, del terror que se cierne sobre nosotros cada mañana. Estaba sumido en un abatimiento total. ¡Sentía miedo, vergüenza y tristeza de ser hombre!”. Morris L. West.

“El hombre es lobo del hombre”. Plauto.


JEHOVÁ NO CUMPLIÓ SU PALABRA

No destruyó al hombre, más bien lo dejó vivir para que él se encargara de la destrucción de la tierra. “El hombre, dice Rousseau, es su propio tirano y el de la naturaleza”.

Escuchemos lo que al respecto citado nos dice Henry Miller en su obra “Trópico de Cáncer”: “El mundo, nuestro mundo, lleva cien años o más muriendo. El mundo está pudriéndose, muriendo poco a poco. Pero necesita el golpe de gracia, necesita saltar en pedazos. Ninguno de nosotros está intacto. Vamos a consignarlo: este mundo ha muerto, pero aún no ha recibido sepultura. Estamos nadando en la superficie del tiempo, todo lo demás ha naufragado, está naufragando, va a naufragar”. “El mundo que nos rodea está desintegrándose y deja aquí y allá lunares de tiempo. El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo. Estoy pensando en que, cuando el gran silencio descienda sobre todo y por doquier, la música triunfará por fin. Cuando todo vuelva a retirarse a la matriz del tiempo, reinará el caos de nuevo, y el caos es la partitura en que se escribe la realidad. El universo ha mermado: sólo tiene una manzana de largo y no hay estrellas, ni árboles, ni ríos. La gente que vive aquí está muerta”.

El grito de Miller, es una mezcla de lamento angustioso, de acusación, de denuncia y advertencia de un hombre que está despierto y no es indiferente a la universal tragedia que se cierne sobre las generaciones futuras, que afectará primero a los pobres, pero que a los ricos que la causaron también les llegará su turno.

En Nicaragua no tenemos escritores a lo Miller, nuestros escritores viven en las estrellas, sus pies están suspendidos sobre la tierra, es por eso que sólo escriben bobadas con que deleitan a los bobos. Ese es su público.

Mientras los pueblos duermen y las juventudes están intoxicadas por los vicios y deportes, la motosierra trabaja: los árboles caen, los ríos se secan, la tierra muere. El bárbaro español juzgó salvaje a nuestros antepasados porque la tala de un árbol era precedida de una ceremonia ritual en que se le pedía perdón, el tiempo y la razón se han encargado de decirnos quienes son los verdaderos salvajes. Los incas siempre han llamado a la tierra “la pacha mama”, porque ella nos da nuestros alimentos, y hasta hoy, mientras otros la destruyen, un día del año ellos le rinden homenaje y con ingenuo amor le hacen regalos.
Nuestros “intelectuales”, así entrecomillados, son también indiferentes al cataclismo apocalíptico en marcha. Ellos andan muy afanados en busca de áurea fama con sus escritos inópicos de vital importancia. No se han dado cuenta que escriben para ellos, y que sus escritos son mirados con desdén por las personas que piensan.

JOHN STEINBECK

John Steinbeck, Premio Nobel de Literatura 1962, narra en su obra “Viajes con Charley”, que es un perro: “Hace unos años, un recién llegado, un extraño, se mudó a mi región cerca de Monterrey. Debía tener los sentidos mellados por el dinero y el afán de conseguirlo. Compró un bosquesillo en un valle profundo cerca de la costa, y luego, como era su derecho de propietario, lo taló y vendió la madera, y dejó en el suelo los restos de su carnicería. La gente quedó escandalizada y anonadada. No solo era un asesinato sino un sacrilegio. Mirábamos a ese hombre con odio, y quedó marcado hasta el día de su muerte”. “He visto una mirada en los ojos de los perros, una mirada fugaz de pasmado desdén y estoy convencido de que los perros creen que los humanos están locos”.

¿Cuándo tendremos en Nicaragua un Steinbeck? No soy arúspice, pero me atrevo a pronosticar: ¡NUNCA!.

En este país hemos tenido grandes arbolicidas: Segundo Astorga, Carlos Morales Orosco, y otros. Morales Orosco fue muerto por los sandinistas en la montaña cuando en plena guerra andaba en busca de su oro. Para mi no fue un crimen, fue un ajusticiamiento involuntario. Ellos hicieron famosos lo que llamaron “benques de madera”. Yo he visto llorar a mi esposa al contemplar del río Gil Gonzáles que conoció caudaloso, sólo el cauce. En Puerto Cabezas una empresa norteamericana hizo tal despale de pinos, que dejó un llano de troncos conocido como “la tronquera”.

Las consecuencias de la destrucción de este planeta ya se evidencian en algunos lugares del continente africano, son miles los que mueren lentamente condenados al suplicio de Tántalo: la sed y el hambre.

RUBÉN DARÍO PROFÉTICO

“Después de todo, todo es nada, la gloria comprendida. Si es cierto que “el busto sobrevive a la ciudad”, no es menos cierto que lo infinito del tiempo y del espacio, el busto como la ciudad, y, ¡ay!, el planeta mismo, habrán de desaparecer ante la mirada de la única Eternidad”.


Escritor autodidacto

Tel. 2268-9093 – 8879-2294

Compendio de una conferencia.



14 de julio de 2012

Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni

Compendio de una conferencia

Manuel Aragón Buitrago | Opinión

Invitado por Ariel Montoya, presidente de la Fundación Esquipulas, y por el simpático Lolito Morales, a dar una conferencia en el Teatro Nacional Rubén Darío, el pasado lunes 9 de julio, sobre el antiobrerismo de Rubén Darío, me presenté con mis armas de combate, llevando como tema el artículo “Dinamita” del poeta, siendo mi oponente el reconocido intelectual doctor Jorge Eduardo Arellano. La asistencia fue satisfactoria y estimulante, ya que patentiza que hay en Nicaragua personas interesadas en las cosas del espíritu y del intelecto, ansiosas de adquirir conocimientos.

En el transcurso de mi disertación, mencioné la axiomática afirmación del poeta alemán Johann Wolfgang Goethe, de que “la ignorancia es atrevida”. Al pasar al acto de preguntas y respuestas, una damita joven, emponzoñada por el virus de la pasión e intolerancia, dijo, más que preguntó, que “la soberbia también es atrevida”, y que yo era un soberbio. En esta clase de eventos son estas cosas normales, y algunas veces la pasión, como siempre, obnubila la razón. El dicho de dicha damita, confirma lo dicho por Goethe, descubriéndose al mismo tiempo como una desconocedora del temperamento vanidoso y autoalabancioso de su ídolo, demostrando que, como los antiguos helenos, adora a un dios no conocido, como la mayoría de los nicaragüenses, y que la autoalabanza, lejos de ser una virtud, es soberbia.

Según don Miguel de Cervantes Saavedra, que no sé si lo habrá oído mencionar la señorita, “la alabanza propia envilece”. “Cree el soberbio –dice José Martí– que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores”.

Un segundo asistente me preguntó si yo “sería feliz si no hubiera existido Rubén Darío”, a lo que contesté que sí, porque en las cosas del arte no soy hombre de un solo libro, soy cosmopolita. Un tercero me preguntó si Darío fue coherente en sus artículos, a lo que respondí que no, él padeció de una ambivalencia ingénita, y que a esta clase de seres los describe muy bien en su obra “El Criterio”, Jaime Balmes, conocido en el mundo de las letras como el filósofo de Vich.

Si se confronta su artículo “¿Por qué?”, leído por el doctor Arellano, con “Dinamita”, tema central de mi exposición, su ambivalencia es irrefutable. Lo mismo sucede al comparar su artículo “El triunfo de Calibán” de 1898 al declararle los Estados Unidos la guerra a España, en donde le dice a los norteamericanos “Búfalos con dientes de plata que habitan casas de mastodontes”, “estupendos gorilas colorados”, “ni toda la racha de los siglos podrán pulir a la gran bestia”, con su “Salutación al águila”, escrito en 1906 en Rio de Janeiro, en donde les dice que son bellos, que son lindos, y los invita a invadir América, y renuncia a su latinidad.

Doy mis más efusivas gracias a la mayoría de los asistentes, que estuvieron de acuerdo con mi tesis, a las damitas que sonrientes y emocionadas me regalaron sus besos, y al doctor Arellano, que al día siguiente tuvo la nobleza de llamarme para felicitarme.


* Escritor autodidacta

Tel. 2268-9093

Ruben Dario antisocialista.



21 de julio de 2012
Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni
Rubén Darío antisocialista
Manuel Aragón Buitrago | Opinión

Oigamos como se expresa Darío del pueblo trabajador en su libelo “DINAMITA”:
“Socialistas, anarquistas, comunistas, todos son unos. El empleo de mayor o menor cantidad de agua y jabón es lo único que los distingue. Terribles zíngaros, que hablando la misma jerga exaltada se comprenden en todos los lugares. Y el come-ricos de Hamburgo o de Barcelona siente como si fuese en su propio pescuezo la soga que ahorca al anarquista de Chicago.

Si mis lectores han visto un congreso socialista ¿no se han fijado en la expresión fisonómica de cada uno de los ejemplares? Abundan los ojos torvos, las grandes mandíbulas, los rasgos marcadamente zoológicos, las señales de los apetitos, los gestos codiciosos. Viendo pasar los cortejos a favor de las reivindicaciones sociales, el pensador no puede dejar de sentirse entristecido de la poca inteligencia que reflejan todas las fisonomías.

Las fases testarudas y abobadas, limitadas, forman a menudo la mayoría. Creen, seguramente, que por obra de la democracia que da la fuerza a la mayoría, que siendo el número son la fuerza, olvidando que la fuerza está en la inteligencia. La princesa cuyo perfil se grabará en los escudos con el oro de las coronas derribadas, se llama Democracia. Y es esta la divinidad que convertida en Gorgona ha atizado por todas partes las hogueras. La divisa de las barrigas plebeyas es esta: “¡Todo por el faisán!”.

Podría, para refutar las deyecciones etílicas del Príncipe, citar el concepto que del pueblo tienen escritores serios como Aristóteles y José Ortega y Gasset, pero por motivos de espacio solamente citaré a uno. Escuchemos a Máximo Gorki: “El pueblo no es solo la fuerza creadora de todos los valores materiales. Es también la única e inagotable fuerza de los valores espirituales, el primer filósofo y poeta por el tiempo, la belleza y la genialidad de la creación, el autor de todos los grandes poemas, de todas las tragedias de la tierra, y de la más grande de ellas: la historia de la cultura universal”.

Si Darío escribió su “¿Por qué?”, leído el día de la conferencia por el ayudante del doctor Arellano, y en el cual preconiza lo que él llamó “la venganza de los oprimidos”, se debió a su patológica ambivalencia que trae a la memoria “El retrato de Dorian Gray”, de Oscar Wilde, “El extraño caso del Dr. Jekyll y del Sr. Hyde” de Robert Stevenson, y “El perro del hortelano”, de Lope de Vega.

El caso de Darío, doloroso es admitirlo, pero no podemos escapar a la realidad, es un caso de desdoblamiento, o sea de doble personalidad. ¿Qué dirán ahora de Darío mis hermanos trabajadores que tan alegres y aguerridos desfilan los primero de mayo como lo hice yo en mi juventud? ¿Qué dirá nuestro gobierno socialista, cristiano y solidario?

Doctor Arellano, dice Nietzche que un dialéctico tiene en sus manos un arma con la que puede hacer el papel de tirano, y yo, soy un dialéctico. Viejo en verdad estoy, pero con buena lengua y juvenil corazón, como dijera Esquilo.


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El foro de la controversia.



EL FORO DE LA CONTROVERSIA

Manuel Aragón Buitrago

En todas las épocas y lugares, literatos, poetas y políticos, han buscado comunicarse, de este impulso, con sensación de anhelo, no escapa el hombre común, las comadres de la vecindad, ni el muchacho de la barriada. Los hombres siempre se han cuidado de que su cercanía “no sea la cercanía de los planetas” (según piensa Henry Miller), aunque sea para mostrarse los caninos y devorarse unos a otros.

Narra la historia, que Julio César, visitaba en su quinta de Túsculo al helenizado Marco Tulio Cicerón, su enemigo político, para charlar sobre literatura.

Darío, en sus memorias, nos habla de “los lunes de la Pardo Bazán”, y de “los sábados de Valera”. “La librería de Fernando Fe, dice, era lugar de reunión vespertina de algunos hombres de letras”.

El argentino Raúl González Tuñón, en su magnífica obra “La Literatura Resplandeciente” añora “La Covachita” y “El Café selecto” de el Gran Buenos Aires. “Hay una página conmovedora de Federico (García Lorca), -cuenta-, un poema que nos dijo alguna vez en la Taberna de Pascual, en la calle de la Luna, o en la del Pozo, en la de La Palma, o en la Cervecería de Correos, o en cualquier otra parte de Madrid, estando todos juntos en espera de la aurora: La niña ahogada en el pozo”.

En nuestra Managua, lo recuerdo con nostalgia, nuestros hombres de letras, cuando los hubo, se reunían en la cafetería “La India”, en el “Petit Café”, o en las cantinas que orlaban la rivera del Xolotlan, idílicos refugios de los adoradores de Baco y de las Musas, en donde periodistas, poetas y oficinistas, acariciados por la brisa lacustre, hermanaban o discutían sus cerebrales partos en anecdóticos debates borrados por el tiempo, debates añorantes de los diálogos platónicos como “El Banquete” o “El Gorgias”, diluvianos en retórica dialéctica, o en dialéctica retórica. En algunos casos, estos gladiadores del pensamiento y la palabra eran tan ágiles en sus intervenciones, que no eran aptas para seres armados por la naturaleza con mente rígida y sin velocidad perceptiva.

Vino el terremoto del 72, y, “consumatum est”. Pero no debemos de culpar al sismo de terminar con los talentos, lo que pasó es que los númenes ya se habían agotado en Nicaragua, y ahora, a los sumo, quedan solamente en pie “dos vacas sagradas”, de cuyas secas ubres no extrae un ápice de gracia el más experto ordeñador.

EL FORO DE LA CONTROVERSIA

Como el Noé bíblico ante el diluvio, Nicaragua tuvo también su Noé ante el cataclismo. Al árbol caído, herido por el rayo, le nacen también renuevos. El Dr. Aldo Díaz Lacayo, inspirado por el dios Apolo, cual pastor amante de sus dispersas ovejas, se ha ocupado de reunir en un redil literario a los amantes de este arte. El tercer sábado de cada mes, hace ya cerca de diez años, expositores y oyentes, a las 9 de la mañana, van arribando placenteros a su librería donde son recibidos con la sonrisa y caballerosidad características de la familia Lacayo. De ahí, parte el ilustre Mecenas escoltado por  fraternal cortejo hacia el Forum donde se debatirá sobre el tema acordado en el foro anterior. Como Tolstoi sin barba o Whitman sin sombrero, marcha a la cabeza del grupo cual César custodiado por bizarros pretorianos el gallardo líder.

Como en todo grupo de tormenta cerebral, algunas veces hay escaramuzas, y ante la inminente intervención de la diosa Discordia con su disociadora manzana, surge la voz apagafuegos del Mecenas, y, entre risas y humorísticos comentarios, la paz torna al recinto. “La razón, dice Voltaire, debe ser el nexo eterno de todas las sociedades”.

Aunque en su existencial década el Foro ha caminado, necesario es también aprender a volar. Si me equivoco, disculpas pido, pero me parece que al Foro le falta el oxígeno tonificante de la poesía, la filosofía, y, sobre todo, de la historia. Historia de la humanidad e historia nuestra. De nuestra sufrida Nicaragua, y de nuestra adolorida América. Cuando hablo de historia de la humanidad, o sea, universal, es porque la familia terrícola es una sola, basta remembrar el mítico monogenismo bíblico. Vanos han sido los esfuerzos de los estudiosos por descubrir otro planeta habitado. La tierra es un puntito ortográfico en la inmensidad cósmica.

NUESTRA HISTORIA

La historia de nuestra sufrida Nicaragua ha sido defenestrada de las aulas escolares y universitarias. José Dolores Gámez, Tomás Ayón, Jerónimo Pérez y Francisco Ortega Arancibia, auténticos valores, han sido criminalmente relegados al olvido por los antivalores que hemos tenido como ministros (así, con minúscula) de “embrutecimiento público”. “Dondequiera que la educación ha sido descuidada, dice Aristóteles, el Estado ha recibido un golpe funesto”.  Todos los nombres toponímicos de nuestros lugares se han españolizado, Ometepetl, es Ometepe; Massayatan, Masaya; Nicaraocalli, Rivas; Rio Yare, Rico Coco; Masatepetl, Masatepe. En América del Sur, México, y en Centro América Guatemala, han conservado esos nombres untosos de poesía, añoranza sentimental de nuestro origen. Los Pablo Antonio Cuadra y Enrique Peña Hernández son dos antivalores que se encargaron de tergiversar nuestra historia, el aporte de ellos, y el poco interés ciudadano, han jugado un importante papel en la pérdida de nuestras raíces.

R.R. Ayala, en su obra “Mitos y leyendas de los Indios Americanos”, expone: “El día en que desaparezca el último piel roja, Norteamérica habrá perdido sus auténticas raíces, y como tantas veces se ha repetido: quien pierde sus raíces, pierde su verdadera identidad”.

A nosotros nos las hicieron perder desde que Hernández de Córdoba mandó a vender como esclavos a nuestros antepasados al Perú. ¡Fue la génesis! La clase dominante, ya sea por ignorancia, o porque sus raíces son europeas, le erigió una estatua en la costa del Cocibolca al mercader de esclavos sin que mediase protesta alguna. ¡Maldito país! Tenían que ser los granadinos: coloniales, ultramontanos y archiconservadores, los que se postraron ante Walker, los artífices de tan infamante monumento. “Donde hubieron esclavos y siervos –dice José Ingenieros-, se plasmaron caracteres serviles”.

DE LA HISTORIA DE AMÉRICA

Sería educacionalmente nutritivo sentar en el Foro cátedra y púlpito sobre la historia de América. “Madre América”, “Nuestra América”, llámala amorosamente José Martí; “Patria es para los americanos la América española”, clama José Enrique Rodó; “Una sola debe ser la patria de todos los americanos”, proclama Bolívar, y en carta a Juan Martín de Pueyrredón, Supremo Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata, le decía el Libertador desde Angostura el 12 de junio de 1818: “Cunado el triunfo de las armas de Venezuela complete la obra de su independencia, o que circunstancias más favorables nos permitan comunicaciones más frecuentes, y relaciones más estrechas, nosotros nos apresuraremos, con el más vivo interés, a entablar, por nuestra parte, el pacto americano, que, formando de todas nuestras repúblicas un solo cuerpo político, presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones, y la madre de las repúblicas”.

No deseo pecar de atrevido por mis años de ausencia, imputando al Foro si se ha, o no se ha disertado en él, el tema de América y nuestros americanistas. Estimo sería altamente estimulante, servir a los asistentes al Foro, en bandeja dorada, el ambrosíaco manjar de nuestra precolonial América. Intuyo que el Foro ha tenido letra, pero le falta la música.

En su libro “Memoria del fuego”, el último americanista, el uruguayo Eduardo Galeano, trata de rescatar “la memoria secuestrada de América Latina”, “la verdadera historia del continente americano”. “América -dice-, ha sido condenada a la amnesia”. Tema abordado por el Dr. Díaz Lacayo en su obra “Las Tres Revoluciones Independentistas de América”.

Tanto el Dr. Díaz Lacayo, como otros foristas, somos apasionados adoradores de Clío, Musa de Herodoto: la Historia. Podríase parlamentar hasta lo infinito sobre la historia de la humanidad que nos atañe a todos, pero, desde luego, necesario es comenzar por casa, como aconseja uno de los gigantes del pensamiento americano, el apóstol cubano José Martí: “La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra”.

Para limpiar nuestras mentes de las tergiversaciones convencionales con que las han polucionado, necesitan de frecuentes menstruaciones depurativas. Es la única forma de higienizarlas, pero esto amerita un interés investigativo constante ausente de agotador cansancio.

Son mis mejores deseos que el Foro se atomice, que cada forista lleve a su hogar los conocimientos adquiridos, que cumpla con el patriarcal deber de trasmitirlos a sus descendientes, y se preocupe por el reclutamiento de nuevos miembros, para que el Foro crezca, como la pelotita de nieve alpina, que en su rodar cuesta abajo, va creciendo hasta convertirse en un alud atronador.

LOS CHARLATANES

Una de las cosas fundamentales que recomiendo al Foro, es limpiarlo de charlatanes. En sus años de infancia, siempre alentado por mi insaciable apetito de sumar conocimientos, asistí al Foro. Me retiré decepcionado, uno o dos charlatanes empañaban el parlamento con largas e infecundas intervenciones, cuyo único fin era demostrar su fatua sabiduría, introduciendo en la asamblea, lo que García Lorca llamara ¨el moscardón del aburrimiento¨. De estos especímenes, de quien afirma el satírico Sócrates “se creen sabios sin serlo” dice mi terrible artillero Federico Nietzsche : “Cuantos se las dan de sabios, sus sentencias y verdades me hacen tiritar de frío: en su sabiduría hay a menudo un olor como si procediese de la ciénega: y en verdad, ¡yo he oído croar en ella a las ranas”!.

El linaje de los charlatanes ha existido siempre. Ya Homero (S. IX a. de. C.) nos habla de Margites. “Margites -dice-, era un personaje muy tonto, tenia de sí mismo una idea muy elevada de sus talentos y facultades, y pretendía poseer abultados conocimientos de las más diversas materias”.

Los margites son legión. Como el polvo, se cuelan en todas partes. ¡Hay que sacudir ese polvo! Hablan con un aplomo que sorprende a los legos en la materia. Suelen acompañar sus discursos con doctas gesticulaciones apócrifas ensayadas con antelación. Democráticamente, hay que permitirles hablar, así, autoexhiben su falaz farsantería ante los miembros de carácter fuerte, normal y bien centrado. Nada los hará cambiar. “Genio y figura, hasta la sepultura”, sentenció don Francisco de Quevedo y Villegas.

¡Que los dioses salven vuestro Foro de tan dañinos parásitos!




Escritor autodidacto
Granada 1924

Tel. 2268-9093  - 8879-2294

Federico Nietzsche nihilista?



¿Federico Nietzsche nihilista?

Hay que tener mucho cuidado con lo que se lee y a quién se lee. Existen lazarillos que pueden empaquetarnos la mente en el caos de la confusión, la duda o el engaño.

Manuel Aragón Buitrago | Opinión

Nietzsche ha sido frecuentemente mal interpretado. Un prestigioso colaborador de la página de opinión (END, 26 enero 2013) lo califica de nihilista. Según el Larousse, nihilismo es la negación de toda creencia.
Rubén Darío, siempre errático, dice de Nietzsche: “El último, verdadero y peligroso enemigo de toda creencia en el pensamiento contemporáneo, ha sido la obra del anticristo alemán, que fue empujado por una espada de fuego hasta un manicomio”. Unamuno tampoco lo entendió, y desbarra diciendo: “La grosera y blasfema escuela de Nietzsche a favor del llamado superhombre”.

Uno de los biógrafos de Nietzsche aclara: “El superhombre, otra de las ideas fundamentales de su doctrina, y a la vez tan tergiversada “como la voluntad de poder”, no es un superman de ficción, sino la afirmación del hombre como ideal alcanzable desde el hombre, cuya superación no es más que el desarrollo progresivo de suscualidades. Es una esperanzada pretensión utópica, como afirmación de la individualidad frente al temor de una masificación creciente y amorfa”.

Es por eso que Nietzsche ejemplariza a Napoleón Bonaparte como el arquetipo del superhombre, definiéndolo como “síntesis de inhumanidad y superhombre”. ¿Quién ignora que un advenedizo como Napoleón, hizo que se inclinaran ante él los legítimos príncipes de la sangre de Europa entera? Ortega y Gasset afirma: “Los que viven sin esfuerzo de superación sobre sí mismos, son boyas que van a la deriva”.

Respecto a las creencias religiosas, es improcedente calificar a Nietzsche de nihilista. Escuchémosle: “Lo que hay bajo la epidermis humana es algo horrible, una ofensa a Dios y al amor”. De Jesucristo expresa: “Este mensajero de la “buena nueva” murió del mismo modo que vivió, como lo había enseñado: la forma como se comportó ante sus jueces, sus verdugos y sus acusadores, frente a todas las calumnias y burlas que hubo de sufrir; su actitud cuando estaba clavado en la cruz. No ofreció resistencia, no hizo lo más mínimo para alejar de sí la situación extrema a la que se vio abocado; más aún, la provocó. Oró, sufrió, amó a quien le causó dolor. No se defendió, no montó en cólera, no hizo a nadie responsable; por el contrario, no ofreció resistencia a los malos, sino que los amó”.

Si en el campo de la política fue nihilista, sus razones tuvo. Escuchemos el tronar de su artillería pesada: “¿Estado? ¿Qué es eso? ¡Bien! Abrid los oídos, pues voy a deciros sobre la muerte de los pueblos: Estado se llama el más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: ¡Yo el Estado, soy el pueblo! ¡Es una mentira! Creadores fueron los que fundaron pueblos y suspendieron encima de ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida. Aniquiladores son quienes ponen trampas para muchos y los llaman Estado: éstos suspendieron encima de ellos una espada y cien concupiscencias. Donde todavía hay pueblo, éste no comprende al Estado y lo odia considerándolo mal de ojo y pecado contra las costumbres y derechos. Todos quieren llegar al trono: su demencia consiste en creer que la felicidad se asienta en el trono. Con frecuencia es el fango el que se asienta en el trono, y a menudo el trono se asienta en el fango”.

¿Miente Nietzsche? Hay que tener mucho cuidado con lo que se lee y a quién se lee. Existen lazarillos que pueden empaquetarnos la mente en el caos de la confusión, la duda o el engaño. Un ejemplo de ello es el madrileño Luis Marañón, que en su obra “Cultura española y América hispana”, afirma: “Bolívar el Libertador, llegará a decir que las elecciones son el gran azote de las repúblicas”. 

Bolívar dijo otra cosa: “La continuación de la autoridad en un solo individuo ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como el dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano, el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia, que el mismo magistrado que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente”. Discurso de Angostura, 15 de septiembre de 1819.

No hay que confundir el positivismo con el nihilismo, estimado profesor. Según Alejandro Serrano Caldera: “Jamás ha existido un pensador más radical y absolutamente demoledor que Nietzsche”.

* Escritor autodidacta


Parrafos de un discurso olvidado



10 de mayo de 2013
Párrafos de un discurso olvidado
Blog-Ciudadano

Manuel Aragón Buitrago

En honor al profesor Edelberto Torres, he creído adecuado para honrar su memoria, publicar algunos párrafos de su discurso pronunciado en la UNAN de León, el 27 de noviembre de 1980, con motivo de la quinta edición de su libro “La dramática vida de Rubén Darío”, y la llegada del sandinismo al poder. Escuchémosle:

“Lo primero es, pues, instaurar el imperio de la honestidad administrativa. Es motivo de orgullo asegurar que felizmente, Nicaragua está hoy en manos honradas; pero es oportuno recordarles que no basta que los gobernantes sean honestos, que es preciso que tengan la energía y el valor moral de no permitir que al amparo del poder otros ejerzan tráficos ilícitos. Después de una tradición de siglos de malversación de los dineros del pueblo, es posible que se esté ante un peligro inminente.

El pueblo nicaragüense no ha gozado hasta el 19 de julio, de libertad, carece en absoluto de la noción y del sentimiento del hombre nacido y crecido en el goce del derecho a la seguridad, a la tranquilidad, a expresar lo que piensa o desea en materia política, sin la amenaza de la cárcel, del destierro y la muerte. Toda ley que lastime la libertad en cualquiera de sus aristas, que son los derechos, es antisandinista y afrenta su memoria. Dictar leyes para no cumplirlas, es mofarse del pueblo, soliviantar su resentimiento, justificar la insatisfacción, el enojo y la rebelión. Es sandinista el Estatuto sobre Derechos y Garantías de los nicaragüenses, y más sandinista es su aplicación irrestricta para promover la felicidad de los nicaragüenses. Infeliz el pueblo si tuviera que continuar viviendo frustrado, si continuara siendo el pueblo de Moncada y Somoza, y no el pueblo de Sandino y Carlos Fonseca. Daríamos una demostración de la ineptitud para el gobierno propio, y no el que heredamos de España y que no hemos sido capaces de superar. Paz social y siempre paz social, debe ser el pan cotidiano del pueblo, y compete al gobierno dárselo.

Sandino es paradigma de honestidad, y por eso el sandinismo debe ser un régimen político en que esa virtud resalte en todos sus ángulos. Decía Sandino:

“De mi cartera no se sacará ni un cobre. Esta lucha está completamente desligada de todo interés económico. Por el dinero se siente el más profundo desprecio en los campamentos de nuestro ejército”.


Referente a las revoluciones, don José Ortega y Gasset dice lo siguiente: “Las revoluciones, tan incontinentes en su prisa, hipócritamente generosas en proclamar derechos, han violado siempre, hollado y roto el derecho fundamental del hombre, tan fundamental, que es la definición misma de su sustancia. Una revolución no es la sublevación contra el orden preexistente, sino la implantación de un nuevo orden que tergiverse el anterior”.

En su novela “Los de abajo”, sobre la revolución mexicana, Mariano Azuela pone en boca de uno de sus protagonistas: “¡Qué chasco, amigo mío, si los que venimos a ofrecer todo nuestro entusiasmo, nuestra misma vida, por derribar a un miserable asesino, resultásemos los obreros de un enorme pedestal donde pudieran levantarse cien o doscientos mil monstruos de la misma especie! ¡Pueblo sin ideales, es pueblo de tiranos! ¡Lástima de sangre!”

De lo más profundo del hontanar de mis sentimientos revolucionarios, afloraron con amor y dolor lo siguientes versos, que he titulado “Los Quijotes”:

“Y murieron Carlos, y Julio, y Rigoberto. Murieron como vivieron, predicando su pena por un mundo preñado de angustias inmensas. Y Medinita, y Francisco Moreno, y Casimiro, y Roberto Amaya. Todos en la flor de la vida cayeron, todos hoy, en la paz de los muertos. Y murieron otros, y otros, y otros. Los que conocimos, y los que no sabemos que en oscuras ergástulas rindieron sus vidas preciosas, en bien de la patria, en pro de su pueblo. El comandante Payo, Gabriel Cardenal, burgués con alma proletaria, por quien en la Habana, quienes con él anduvieron, ante su sacro recuerdo, fluía un rosario de lágrimas, como póstuma y hermosa plegaria. Eran los humildes que así tributaban su gesto al hermano ¡Malditos quienes pisoteen sus sacras memorias! ¡Malditos quienes practiquen el lujo que ellos combatieron! ¡Malditos quienes pronuncien sus nombres sagrados, practicando en el diario vivir, los vicios y lacras por las que ellos murieron!”

Mi balance revolucionario me arroja un saldo rojo de revolucionarios y un superávit excesivo de oportunistas. Históricamente todas las revoluciones han involucionado. Dijo Martí: “De lo que veo y sé, vivo en perpetuas vascas”



* Escritor autodidacta

El eterno drama del minero.




16 de marzo de 2013 

Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni
El eterno drama del minero
Manuel Aragón Buitrago | Opinión

En todo el mundo, las empresas mineras gozan del apoyo oficial, comprando funcionarios gubernamentales civiles y militares. En su novela “Germinal”, Emilio Zolá relata, de la vida real, el triste fin de las huelgas mineras de Aubin, Ricamarie y Creusot, en la Francia post–revolucionaria, 1882:

“Los mineros eran víctimas de una explotación que se acrecentaba cada día; constantemente se les disminuía el salario. La situación se volvió tensa entre la Dirección y los obreros. Pronto estalló la huelga. La Compañía espera pacientemente que el hambre, su mejor aliado, devuelva a los pozos a los obreros, humildes y resignados. Poco a poco, bajo la amenaza, las provocaciones y el aguijón del hambre que se clava en los estómagos de las mujeres y niños, los obreros después de clamar, en una patética escena: ¡pan, pan!, se exasperan y recurren a la violencia. En una hora de cólera, los pozos son devastados, rotas las maquinarias, cortados los cables, vaciadas las calderas. Solamente cuando aparecen los soldados y los fusiles abren una brecha sangrienta en las filas de los obreros, la masa se detiene. Al cesar el tiroteo hay en tierra 14 muertos y 25 heridos. Los obreros vuelven a su servidumbre secular. La huelga no ha cambiado nada”.

En Chile, país eminentemente minero, durante las huelgas mineras de 1890, que se extendieron por 14 ciudades, Darío, calificado por una escritora francesa como “chantre” (cantor) de la clase alta, envió a “La Nación” de Buenos Aires, una corresponsalía titulada: “La obra del populacho”, condenando a los huelguistas y sus actos destructivos.
“Turbas son las gentes que destruyen sin causa “, afirma el sociólogo inglès John Ruskin ( 1819-1900)

Darío, en su incurable ambivalencia, en su artículo “Los miserables”, del libro “Crónica política”, describe con colores vivos la ralea de delincuentes que integran las mafias mineras: “Otra gran causa de que exista el vagabundo obrero, son las detenciones de los trabajos mineros. Las minas se encuentran en manos de unos cuantos capitalistas, y éstos las manejan a su antojo. Hace algunos años, muchos individuos que representaban juntos una suma de 100 millones de dólares, se reunieron para acordar la suspensión de los trabajos mineros, con el fin de alzar el precio del carbón. El resultado fue que miles de mineros se vieron de repente sin trabajo, mientras que aquellos individuos se ganaban una suma de 8 millones de dólares a causa del alza”.

Durante la dictadura, el abogado de las mineras era un prominente somocista, el Dr. Mariano Argüello Vargas, Presidente del Senado. Así fortalecían su seguridad.

Desde el 16 de febrero, Santo Domingo, Chontales, se ha visto convulsionado por lo que es ya harto del conocimiento público. Según declaraciones del alcalde, mil trescientos antimotines reprimieron brutalmente a los huelguistas. Los prisioneros, según las indignantes imágenes que nos presentó la TV, violando las ordenanzas de la Constitución, la Ley 228 de la Policía y el Código Procesal Penal, fueron golpeados y pateados. El agravante de estas acciones es que suceden en un gobierno “socialista, cristiano y solidario”. Solidaridad, según parece, consistente en defender los intereses de una empresa foránea, en un país que se precia de ser “libre, soberano e independiente”

Un antimotín es un infortunado hijo del pueblo que se mete a policía impelido por la pobreza, a devengar un infamante sueldo. Lo arman de un garrote, y lo lanzan cual enfurecido lebrel, a garrotear a sus hermanos de clase, en defensa de intereses que no son suyos.

Ya que son muchos los prohombres que permanecen mudos e insensibles ante el dolor ajeno, creo oportuno citar estos versitos de la uruguaya Idea Vilariño: “Siempre habrá alguna bota sobre el sueño efímero del hombre, una bota de fuerza y sinrazón, pronta a golpear, dispuesta a ensangrentarse, cada vez que los hombres se incorporan, cada vez que reclaman lo que es suyo, o que buscan ser hombres solamente”.

Durante la graduación de unos reclutas en Potsdam, el Káiser les dijo: “Debido a las maquinaciones de los socialistas, os veréis obligados a disparar contra vuestros padres, contra vuestros hermanos. Quiera Dios que no suceda, pero en tal caso, tendréis que obedecer ciegamente mis órdenes”. La obediencia ciega sigue imperando ahora como antes.

Cuando se ha ofendido a un hombre, se ofende a una familia; cuando se ofende a muchas familias, se habrá ofendido a un pueblo entero.




* Escritor autodidacta

Algo mas sobre " Salutacion al Aguila"



4 de agosto de 2012
Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni
Algo más sobre “Salutación al águila”
Manuel Aragón Buitrago | Opinión

La actitud del doctor Jorge Eduardo Arellano es ejemplar, al siguiente día de mi conferencia dictada en el TNRD, el 09.07.12, me llamó para felicitarme, obsequiándome además dos valiosos libros que han venido a robustecer mis conocimientos darianos. La afectuosa dedicatoria en uno de ellos, manifiesta en él ser permeable a la razón. “Solamente el mediocre no reconoce el talento de los otros”, sentencia el naturalista francés Claudio Gay Mouret.

Cuando en 1906 Darío compone su “Salutación al Águila”, ya el 15 de marzo de 1892 había escrito en El Heraldo de Costa Rica, lo siguiente:

“Por el lado del Norte está el peligro. Por el lado del Norte es por donde anida el águila hostil. Desconfiemos, hermanos de América, desconfiemos de esos hombres de ojos azules, que no nos hablan sino cuando tienen la trampa puesta. El país monstruoso y babilónico no nos quiere bien. Si es que un día, en fiestas y pompas nos panamericaniza y nos banquetea, ello tiene por causa un estupendo humburg. El tío Samuel es el padre legítimo de Barnum (animador y empresario de circo norteamericano). “América para los americanos” no reza con nosotros. América es para el hombre de la larga pera, del chaleco estrellado y de los pantalones a rayas. Si Whittier canta el amor mutuo en el mundo nuevo, Blaine entre tanto, dora los azulejos. Mas las dos razas jamás confraternizarán. Ellos, los hijos de los puritanos, los retoños del grande árbol británico, nos desdeñan en nombre del bifteack. La raza latina es para ellos, absolutamente nula. Musculosos, pesados, férreos, con sus rostros purpúreos, hacen vibrar sobre nuestras cabezas su slang ladrante y duro; aunque en cambio, miss Jonatham gusta de los hombres ardientes de ojos negros”

De la bandera admirada por Darío, dejemos que nos la describa Mark Twain (1835-1910), considerado por mí, por su incisivo sarcasmo, el Rabelais norteamericano. Oigámosle:
“Podemos tener una bandera especial, como la tienen nuestros Estados: podemos pintar de negro las bandas blancas de nuestra bandera corriente y sustituir las estrellas por la calavera y las tibias cruzadas. Hemos invitado a nuestros nobles jóvenes a que se echen al hombro un mosquetón desacreditado y a dedicarse al bandidaje bajo los pliegues de una bandera que los bandidos estaban acostumbrados a temer, no a seguir; hemos mancillado el honor de los Estados Unidos y afrentado su rostro ante el mundo”.

Sé que lo que escribo, lo que aclaro es duro para los darianos a ultranza, les golpea, les ofende, y ante la impotencia de desmentirme se llenan de ira. ¿Por qué no dijeron ellos antes al pueblo lo que yo estoy diciendo ahora? Algunos callan cautamente, pocos se atreven a saltar a la palestra con sus viejos argumentos oxidados. Sus exageradas alabanzas a Darío han desfigurado al poeta, por eso él dejó escrito:

“Cuando el maestro muere, siempre la biografía es escrita por Judas. Brota la inevitable falange de anecdotistas, de personas que le conocieron íntimamente, aunque apenas hayan oído de sus labios una sola palabra, y el pobre e ilustre difunto queda horriblemente amasado, deformado, profanado por las torpes manos”. Eso es precisamente lo que nuestros darianos han hecho con él. El argentino Raúl González Tuñón tiene toda la razón al decir que los darianos “le han hecho mucho daño a Darío”.

“Si los perros ladran querido Sancho –dice don Quijote a su escudero –es porque vamos cabalgando”. Yo seguiré cabalgando, el Príncipe Darío ordena: “al que ilustremente delinque, ilustremente se le condene”. Hay que obedecerle




* Escritor autodidacta




Ruben Dario y el Aguila J.E Arellano



18 de agosto de 2012
Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni
Rubén Darío y el Águila
Jorge Eduardo Arellano | Opinión

La última referencia al águila de Rubén Darío se localiza en su ensayo sobre Paraguay de 1912: “El águila yankee mira hacia el Sur, como orientándose para su vuelo de rapacidad conquistadora”. Pero no siempre el águila representó a los Estados Unidos.

De las 1,368 referencias de animales contabilizadas en su poesía, 73 corresponden al águila. Esta, pues, desempeña una función relevante, asociada a múltiples significados, predominando los siguientes: altanería, belleza, bravura, canto, caza, cólera, divinidad, trama, fuerza, gloria, guerra, libertad, luminosidad, muerte, peligro, poder, prodigio, valor, vista, vuelo.

Para Darío, el águila también representó a Júpiter y a Bolívar, a Rusia y México; en fin, a la historia: “Águila que eres la Historia”, dice el poeta en uno de los versos de El Canto errante. “Fuertes colosos caen, se desbandan águilas bicéfalas”, anuncia en otro de “Salutación del optimista” (1905), aludiendo al águila bicéfala bizantina de los zares de Rusia en guerra con el Japón.

Pero es en “Salutación al Águila” (1906) donde Darío vincula al ícono a la potencia de los Estados Unidos, aunque no exclusivamente. A ella le pide: “Tráenos los secretos de las labores del Norte, / y que los hijos nuestros dejen de ser los rétores latinos, / y aprendan de los yanquis la constancia, el vigor y el carácter”. Como se sabe, este cuarteto provocó la carta recriminatoria de su amigo el literato venezolano Rufino Blanco Bombona (1874-1949): “Leo el divino e infame poema de usted ‘Al Águila’, que yo no conocía / ¿Cómo no lo han lapidado a usted, querido Rubén? Lo juro que lo merece. ¿Cómo? ¿Usted nuestra gloria, la más alta voz de la raza hispana de América, clamando por la conquista? El dolor que me ha producido esa su Águila maravillosa, usted sí, lo comprende, porque usted sí me conoce (…) ¡Oh poeta de buena fe descarriada! ¿Por qué canta usted a los yanquis, por qué echa margarita a los puercos?”.

Y Rubén desde Brest, Francia, el 18 de agosto de 1907, contestó la acre censura justificando que su salutación “no es sino la pieza ocasional, surgida dentro del clima armónico de la Conferencia Panamericana de Río de Janeiro, a la que asistía. Saludar nosotros al Águila ¡sobre todo cuando hacemos cosas diplomáticas!... No tiene nada de particular. Lo cortés no quita lo Cóndor…” Y añade: “Los versos fueron escritos después de conocer a Mr. Root y otros yanquis grandes y gentiles, y publicados juntos con los de un poeta del Brasil”.

Y este no era sino Fountoura Xavier, quien había asimilado las declaraciones de Elius Root, Secretario de Estado norteamericano: “Consideramos la independencia e igualdad de derechos de los pueblos débiles, miembros de la familia de naciones, con tanto respeto como a los de los grandes imperios —decía una, y luego otra—: que la meta de los Estados Unidos no era el de arruinar a las demás naciones y enriquecerse con sus despojos, sino al contrario, ayudar a todos nuestros amigos a alcanzar una prosperidad común”.
Pedro Salinas explica que esta coyuntura Darío la hizo suya también. Y en su “Salutación…” no se traiciona, ni contradice su precedente oda “A Roosevelt”. Espera del Norte no un ideal, sino una técnica, una manera (v. 35), capaz de forjar multitudes disciplinadas para hacer Romas y Grecias de hoy (v, 35) O sea: naciones fieles a los patrones de helenismo y latinidad, (v. 38), destinadas a un áureo día para dar las gracias a Dios! Es decir, que se suman al fecundador espíritu cristiano.

Darío fue más explícito en su respuesta epistolar a Blanco Fombona: “Por fin acepto un alón de águila, y lo comeré gustoso —el día que podamos cazarla—. Y allí, fíjese bien, anuncio la guerra entre ellos y nosotros”. Sin duda, pensaba en los versos 12 y 13: “Si tus alas abiertas la visión de la paz perpetúan, / en tu pico y tus uñas está la necesaria guerra”. Asimismo, en la “Epístola a la señora de Lugones” del mismo año de 1907, aclararía que en la misma “Salutación al Águila”: panamericanicé / con un vago temor y con muy poca fe.
En otras palabras, no experimentó un cambio ideológico, ni el poema implicó en nuestro poeta, según el chileno Jaime Concha, una “voltereta política”.

El español Juan Larrea leyó justa y correctamente la “Salutación…”. “Rubén —afirma— no concibe sus esperanzas puestas al servicio del imperialismo yanqui, más si en la libre América, en el Nuevo Mundo de Paz y de Concordia que abarca, para ponerlos al servicio del hombre, de Norte a Sur todas las latitudes”. Entre nosotros, Ernesto Gutiérrez acota que “no es un poema declinante, sino un himno a la concordia americana”. Y ambos transcriben su estrofa medular, en la que se contrapone al Águila norteamericana el Cóndor, símbolo de lo indígena americano a la vez que, por ello, de Sudamérica en su integridad: “Águila, existe el Cóndor. Es tu hermano en las grandes alturas. / Los Andes lo conocen y saben que, cual tú, mira al Sol. / May this grand Union have no end, dice el poeta. / Puedan juntarse ambos en plenitud, concordia, y esfuerzo.”

Claramente, lo que proclama Darío no da lugar a malinterpretaciones. ¡Está claro!

* Escritor