PARALOGISMOS DARIANOS
Manuel Aragón Buitrago
“Podría repetir aquí más de un concepto de las
palabras laminares de Prosas Profanas. Mi respeto por la aristocracia del
pensamiento siempre es el mismo. Mi antiguo aborrecimiento a la mediocridad, a
la mulatez intelectual, a la chatura estética, apenas se aminora hoy con una
razonada indiferencia.” Rubén Darío. Prefacio del “Cantos de vida y esperanza”.
Madrid, 1905.
Extraño me es oír hablar de respeto a la
aristocracia del pensamiento a quien la irrespetó acerbamente en las personas
de ilustres pensadores que legaron a la humanidad, al par del ejemplo moral de
su conducta, la herencia de bellos conocimientos que no dejó él. Para Darío no
existía nadie sin defectos, él era el único perfecto; dios demiurgo, sin él la
literatura y la poesía no existirían. Su paranoia de vulgar criticón no tiene
límite. Que yo sepa, es el único de los muchos que conozco, que ha enlodado la
lengua en que escribieron “Cervantes y Calderones”.
En su “razonada indiferencia” olvida que de
mediocres se sirvió para sustentar sus atribiliados dicterios en contra de la
raza negra y del pueblo trabajador, y que su afamado Modernismo es un producto
nacido de dos lenguas romance.
En cuanto a lo de “chatura estética”, “La estética
- me dice el Larousse-; es la teoría de
la sensibilidad, la ciencia que trata de la belleza y de los sentimientos que
hacen nacer lo bello en nosotros”.
La sensatez me obliga a no aceptar la existencia de
una estética chata. Ese gol que se lo anote Darío a sus devotos patológicos que
no razonan porque no han aprendido a pensar. “El orador- dice Sócrates-; no tendrá ventajas sobre las personas
instruidas.”
10.08.16
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