jueves, 2 de junio de 2016

DINAMITA


DINAMITA

Manuel Aragón Buitrago


En su escrito “La casa de las ideas”, expone Darío deleitosamente: “Sí la palabra es un ser viviente, es a causa del espíritu que la anima: la idea. Las ideas con sus carnes de palabras, vivientes y activas, se aglomeran, hacen sus ciudades, tienen sus casas. La ciudad es la biblioteca, la casa es el libro. Helas allí como los humanos seres; hay ideas reales, bajas, viles, abyectas, miserables. Algunas tienen corona de oro, tiara, yelmo, manto o harapos.  Imperiosas o humilladas, se alzan o caen, cantan o lloran. Evocadas por el hombre, dejan sus habitáculos, resuenan en el aire, y, silenciosas, penetran en el alma por los ojos. Luego vuelven a sus casas después de haber hecho el bien o el mal”. 

¿De cuál de estas ideas se valió Darío Para escribir su artículo “Dinamita” publicado bajo el pseudónimo Des Esseintes? Que el lector lo descubra. De mi parte, por límite de espacio, citaré fragmentos naúsicos impregnados de fuerte halitosis, del vitriólico libelo.


Escuchemos a quien dijo “Mi intelecto libré de pensar bajo”: “Los hambrientos de Europa nos traen su contagio de iras almacenadas por siglos, a nuestros buenos países, donde solamente el que no quiere no pone en su olla la gallina que el rey bondadoso (Enrique IV de Navarra rey de Francia) quería para el caldo de sus súbditos”. (Por pobreza él nunca la tuvo). “La divisa de las barrigas plebeyas es ésta: “¡Todo por el faisán!” El buen Juan no quiere ya pan y cebolla; y a meditado que sus manazas pesadas deben encontrase mejor entre los guantes del señor marqués”,  manifiesta el desclazado escritor. “¿Quién es el enemigo?” la respuesta es la del asno de La Fontaine: “nuestro enemigo es el amo”. Aquí le falla a Dario el sentido de percepción, su pasión le ciega la luz del entendimiento, la respuesta del asno es correcta, esto lo entendemos mejor los que conocemos dicha fabula. “¿Quién hay que pague por tener un amo?”, pregunta Esquilo. El asno, inteligente, sabía que no ganaba nada cambiando de amo.

“Más que la moral es la estética lo que me impulsa a combatir la rabia anárquica. Socialistas, anarquistas, todos son unos. El empleo mayor o menor cantidad de agua y jabón es lo único que los distingue”. La estética fue usada por los enciclopedistas franceses padres de la revolución, en cuento a la moral, Darío jamás la practicó.  
  
“Terribles zíngaros, que hablando la misma jerga exaltada se comprenden en todos los lugares, ¡como que son cabezas de una misma hidra!. Él come-ricos de Hamburgo o Barcelona siente como si fuese en su propio pescuezo la soga que ahorca al anarquista de Chicago”. Se burla de los mártires de Chicago recordados en casi todas las naciones cada primero de mayo. Recomiendo leer a este respecto “Un drama terrible”, de José Martí a quien Rubén Darío llamó “maestro”, publicado en “La Nación” de Buenos Aires el primero de enero de 1888.

“Viendo pasar los cortejos en favor de las reivindicaciones sociales, el pensador y el creyente no pueden dejar de sentirse entristecidos de la poca inteligencia que reflejan casi todas las fisonomías de los ejemplares. Abundan los ojos torvos, las grandes mandíbulas, los rasgos marcadamente zoológicos; las señales de los apetitos, los gestos codiciosos. Las faces testarudas y abobadas, limitadas, forman a menudo la mayoría. Creen seguramente que, siendo el numero son la fuerza, olvidando que la fuerza está en la inteligencia”.

Recurriendo al auxilio de lo que Jaime Balmes llama “Los talentos comparados”, escuchemos a Aristóteles: “Puede, en efecto, admitirse que la mayoría, cuyos miembros tomados separadamente no son hombres notables, está, sin embargo, por sobre los hombres superiores, si no individualmente, por lo menos en masa. En esta multitud, cada individuo tiene su parte de virtud y de ilustración, y todos reunidos forman, un solo hombre que tiene manos, pies, innumerables sentidos, un carácter moral, y una inteligencia en proporción”. Escuchemos a Máximo Gorki, de quien Darío dijera que de no haber sido un gran escritor, hubiera sido un gran bandido: “El pueblo no es sólo la fuerza creadora de todos los valores materiales: es también la única e inagotable fuerza de los valores espirituales; el primer filósofo y poeta por el tiempo, la belleza y la generalidad de la creación; el autor de todos los grandes poemas, de todas las tragedias de la Tierra, y de la más grandiosa de ellas: la historia de la cultura universal”.


Escritor y poeta
Tel.: 2268-9093




23.05.16 

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