LA
RAZA DE CAM
Manuel Aragón Buitrago
Se especula que la raza negra desciende
de Cam, hijo del bíblico Noé, de allí el origen del título de este escrito de
Darío de 1908.
Un hombre cualquiera, sobre todo un
escritor de renombre, debe cuidar su prestigio con igual celo que el avaro su
tesoro. En mis peregrinaciones lecturales, me ha causado mucha gracia como
Goethe, en su obra “Fausto”, pone en boca de Mefistófeles (el diablo), el
siguiente consejo: “Y al tiempo de
escribir, no os olvidéis de hacerlo como si el espíritu santo os inspirase”.
¿Cómo es posible, me pregunto, que un
Darío que en sus romanzas se hace aparecer angelical, caiga sobre la raza negra
con la fuerza de un alud de insultos y odios dignos del más negro corazón?
En mi longeva existencia, guardo
blancos recuerdos de los negros. En Cuba, mis paisanos me hicieron sufrir mucho,
en cambio, ellos me dieron el amor que me negaron los míos. Jamás olvidaré a
mis africanos compañeros de habitáculo: Sogno Zondo de Simbawe, Musa Alifa de
Angola, Musa Kamara de Sierra Leona, Abdulah de Malí, y el Saharahui Hamed. Me
despidieron con abrazos y salieron al balcón a decirme adiós. Ahora, ¿quién iba
a imaginarlo? tengo en California tres bisnietitos negros. Natalia Mugwanya, la
más africana de todos con rasgos físicos étnicos bien pronunciados, yo la veo
linda con los ojos de tía zorra.
Escuchemos al Príncipe de las letras
castellanas profanar la lengua cervantina evacuando la cicuta racista anidada
en su caótico cerebro. Como el escrito es largo y el espacio corto, citaré fragmentos.
Comienza anacrónico trasladando al
siglo XX, un acontecimiento del siglo anterior como algo contemporáneo, la guerra
independentista haitiana: “De Haití
llegan a Francia malas nuevas. La macacada (monos) está furiosa; los pocos
blancos que hay en la isla ven con temor la agitación de los naturales”. Todo
estaba ya consumado, la revolución iniciada en 1791 había triunfado, y en 1804,
Haití se había consagrado el primer país libre de América. ¿“Era Darío ignorante
en historia”?.
“La negrada es
un problema social en los Estados Unidos, constituyen allí una familia de nueve
millones de individuos perversos y despechados contra el blanco…” pero, ¿por qué? El mismo Darío lo
aclara: “que les ha tratado siempre con
rigor y por eso ha provocado en ellos un odio profundo que se va sucediendo de
generación en generación como legado hereditario”.
“Hay pastores
negros, hay curas negros, ¿qué hugonote francés, cual de nuestros paisanos
católicos iría a fiarse, sin risa, o con asco, a ese ministro? El sajón, el
latino o el celta les rechazan, y su rechazo es bello, pues está conforme con
las voluntades de la naturaleza”. “La ley –dice Aristóteles-, es la que hace a
los hombres libres o esclavos, no reconociendo la naturaleza ninguna diferencia
entre ellos, ya que la esclavitud es inicua, puesto que es obra de la
violencia”.
“Habituados a
una secular obediencia, la libertad vuelve a los negros locos de vanidad y
crueldad”. Aquí
el Príncipe de las letras castellanas usa mal el castellano diciendo
“habituados”, en vez de “obligados”. Otro error es el de adjudicar a los negros
defectos propios de todo el género humano, como son la crueldad y vanidad. De
la vanidad fue él su más genuino representante.
“La agitación haitiana coincide con las
amenazas que un doctor negro hace a la raza caucásica desde una de las
principales revistas de París, es un negro de los Estados Unidos, los más osados
y audaces que existen sobre la tierra, un tal Tobías. En un trabajo en pro de
su raza, no puede manifestarse más altivo, más insolente. Como tiene sus
letras, se alza contra los amos blancos armado de ellas proclamando la
superioridad negra sobre los blancos. Ya se encargarán en el país de las bandas
y las estrellas de enseñar a Tobías como hablaba Zaratustra. Mas, ¿Cómo hablaba
Jesucristo?”, termina
desconcertado y desconcertante.
“Yo amo todo lo
que mira limpiamente y habla con honestidad”, así habló Zaratustra. “El hombre
bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; el hombre malo, del mal
tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la
boca”, así habló Jesucristo.
Escuchemos a Darío en “Apología de la
risa”: “¡Triste don es el talento, si
nos sirve para atraernos el general desprecio, o el odio! ¡Mal haya aquel que
en el buen campo que Dios le dio, cultiva plantas venenosas y llenas de espinas!”.
¿Cumplió Darío con ésto?
Escritor y poeta
Tel. 2268-9093
22.05.16
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