sábado, 11 de junio de 2016

RUBÉN DARÍO EPÍGONO CONFESO





RUBÉN DARÍO EPÍGONO CONFESO


Manuel Aragón Buitrago

Si San Agustín y Rousseau hicieron sus confesiones, Darío nos dejó las suyas.  Si he escandalizado a algunos con mis escritos, es porque como Rubén dice: “el amor no admite cuerdas reflexiones “. Los argumentos usados en mi crítica al poeta, los vitaliza el juglar de Margarita y de Los Motivos del lobo.  Los apologistas del poeta están molestos porque doy a conocer un Darío secuestrado largo tiempo por ellos.

Las confesiones de Darío en “Historia de mis libros “, son una rotunda negación a la generalizada afirmación de que el aedo fue genio. “ Ser genio – certifica Leopoldo Zea – implica partir de sí mismo “.

Escuchemos a Rubén confesando haber sido “caja de resonancia “de otros autores en un popurrí de escuelas literarias de entonces: “Azul es un libro parnasiano.  En El rey burgués creo reconocer la influencia de Daudet ( naturalista ) ; en El Sátiro sordo , el procedimiento es más o menos mendesiano ( parnasiano ) , pero se impone el recuerdo de Víctor Hugo ( romántico ) , y de Flaubert  ( realista ); en La Ninfa, los modelos son los cuentos parisienses de Mendès ( parnasiano ) , Armand Silvestre y Mezeroi ; en El Fardo , triunfa la entonces en auge escuela de Zolà ( el naturalismo ); en El Velo de la Reina Mab, sí , mi imaginación encontró asunto apropiado, el deslumbramiento shakespeareano me poseyó, y realicé por primera vez el poema en prosa ; La muerte de la emperatriz de la China, es un cuento ingenuo, con algún eco a lo Daudet (naturalista ). Al Mejicano Díaz Mirón, lo imité en ciertos versos agregados en ediciones posteriores de Azul “.

En la poesía, el mismo acontecer.  Oigámosle al referirse a Prosas Profanas : “ En Era un aire suave , sigo el precepto del Arte Poético de Verlaine ( simbolista ); en Del Campo , me ampara la sombra de Banville ( romántico ) , La Canción de Carnaval es también a lo Banville ; en El paisaje, escribí como escuchando los violines del Rey , poseyeron mi sensibilidad Rameau y Lully ( Juan Felipe Rameau , compositor francés innovador de la ópera ; Juan Bautista Lully, músico francés nacido en Florencia , creador de la òpera en francia ) ; El País del sol, es formulado a la manera de los “ Lieds de France “ de Catulle Mendès ( romántico – parnasiano ); Cosas del Cid encierra una leyenda que narra en prosa Barbey D’Aurevilly y que, en verso he continuado “.

En el ensayo “La formación literaria de Rubén Darío “del norteamericano Charles Dunton Watland, su tesis al graduarse Doctor en Filosofía en la Universidad de Minnesota, cita a Andrés González Blanco diciendo: “¡Cuánto trabajo cuesta llegar a la originalidad! Para tener personalidad propia, le fue menester a Darío recorrer todas las etapas de indecisión y tanteo. ¡Cuántos caminos trillados pisó antes de encontrar su camino! ¡Cuántos materiales extraños acumuló para construir su propia casa!” González Blanco  con Alberto Ghiraldo, editó parte de las obras de Darío.

“Me encantan – dice Darío- los poetas que como el árbol de su floresta, dan la flor propia “, más en él no todo fue flor propia “, esto se comprueba al comparar su Rima XI con Introducción Sinfónica a las Rimas de Bécquer.  Lo fatal tiene también brisas becquerianas.  Los Motivos del Lobo tienen su embrión en el capítulo XX de Las Florecillas de San Francisco.

“Darío miente al decir: “No gusto de moldes nuevos ni viejos.  Mi verso ha nacido siempre con su cuerpo y su alma, y no le he aplicado ninguna clase de ortopedia.  Cuando afirma: “Azul es parnasiano “, no supo lo que decía, acusativo prodromàtico de que su salud mental no marchaba bien.  Azul es el resultado de las cohabitaciones cerebrales de Darío con diversos autores y, por lo tanto, literariamente bastardo.

Consejo dariano: “Quien siga servilmente mis huellas perderá su tesoro personal y, paje o esclavo, no podrá ocultar sello o librea “, pero fue él, el más genuino transgresor de sus preceptos.
Epicteto, esclavo- filósofo frigio  (50-120 d.n.e), aconseja: “No hacerse valer por cosas que dependan de otros, sino de uno mismo, o renunciar a hacerse valer “.

Don Juan Ramón Jiménez describe así  el eclecticismo dariano: “Darío tiene rosas de la primavera de Hugo, violetas de Bécquer y plantas de Verlaine”. (Verlén). “La humanidad amará siempre a Rousseau por haber confesado sus pecados no a un sacerdote, sino al mundo”. Oscar Wilde. Lo mismo hizo Darío, merece respeto.

Escritor y poeta
Tel. 2268-9093



25.01.16

jueves, 2 de junio de 2016

EN DEFENSA PROPIA



EN DEFENSA PROPIA

Manuel Aragón Buitrago

Tengo 92 años, durante 36 de ellos he escrito en El Nuevo Diario. Me conceptúo su Decano. Con mi pluma he honrado sus páginas. Siempre al escribir, he tenido presente dos principios éticos, el juramento de León Tolstoi: “No mentir hablando, ni mentir callando”, y el consejo de Rafael Mainar en “El arte del periodismo” : “Cuando haya que emplear como arma la pluma, debemos acordarnos de la vieja leyenda de los toledanos aceros: no me saques sin razón, ni me envaines sin honor”.
Por la publicación de mi escrito “Darío por Darío”, filisteos anónimos me han lanzado piedras con honda de notoria ignorancia. Faltos de argumentos, recurren al insulto y la calumnia imputándome culpas existentes solamente en sus caóticos cerebros, ignoran que en el mundo de las ideas, no hay campo para la ignominia, ni sitio para la vulgaridad. Privados de facultad perceptiva e interpretativa, no entendieron mi exposición.
“Existe una ley que obliga a respetar la imagen de nuestro Bardo Universal, es la ley 333, debemos apegarnos a ella”, dice uno de ellos.
Ilustro al señor, en su obra jurídica “Introducción al Derecho”, Sir Paul Vinogradoff dictamina: “Ni el Estado, ni su Derecho, pueden asumir la imposible tarea de influir sobre todos los derechos que implica la vida social y obligar a los individuos en su selección y gestión. Las normas jurídicas tratan de regular la conducta de los hombres, sus acciones y actividades externas; no aspiran a regir sus pensamientos y deseos. El objeto del Derecho es conseguir el orden social, y, por lo tanto, regular las relaciones entre los hombres, no su conducta íntima”.
“¿Por qué El Nuevo Diario publica un artículo que viola la ley 333?”, pregunta otro.
El Nuevo Diario ejercita un periodismo profesional, que de acuerdo al gran uruguayo José Enrique Rodó, debe ser “Cátedra y púlpito, ágora y academia”. Tienen además, conocimiento, de los Derechos Humanos de los cuales es nuestro país signatario, entre ellos la libertad de expresión.
El filósofo alemán Emmanuel Kant (1724-1804), observa en su obra “Filosofía política”: “Es preciso que haya libertad de expresión y de prensa en un Estado, ¿por qué otro medio podría el gobierno alcanzar los conocimientos que favorecen su propia intensión esencial? La libertad de la pluma es el único paladín de los derechos del pueblo”.
“No existe comején devora libros que pueda opacar la gloria del rey de la lengua castellana”, expone otro, que en eufórico arrebato le da Golpe de Estado a Cervantes. En cuanto a lo de comején devora libros, el exponente ignora, que escritores como Charles Dickens y Máximo Gorki, fueron comejenes devoradores de libros. Kant solía decir: “Yo siento toda la sed por el conocimiento y la inquietud desasosegada de conocer siempre más”. Johann Herder, testifica de él: “Con el mismo espíritu que sometía a prueba los escritos de Leibniz, Baumgarten, Crusius y Hume, seguía las leyes materiales de Kepler y de Newton. Acogió todos los descubrimientos de la naturaleza que llegaban a su conocimiento”.
Escuchemos a Darío: “En un viejo armario encontré los primeros libros que leyera. Era un Quijote, las obras de Moratín, Las mil y una noches, la Biblia; Los Oficios de Cicerón; La Corina de Madame Stael, un tomo de comedias clásicas españolas y una novela terrorífica, de ya no recuerdo que autor, La caverna de Strozzi. Amante de la literatura clásica, me he nutrido de ella”. Los comejenes devora libros y los asnos somos producto de la naturaleza, diferenciados por el uso de la razón.
“Muy pequeño es el cerebro de su enemigo, y muy grande el odio que le profesa”, dice otro desconocido. El índice cefálico de un hombre, que es de 35 grados, no puede ser evaluado por quien tenga el grado cefálico de una gallina que es de 0,001. En cuanto a lo del odio, el odio engendra odio. Darío escribió artículos que solo pueden tolerar sin inmutarse quienes carecen de dignidad, autoestima, o amor propio y al prójimo.
Que el señor Aragón moje su pluma en agua bendita antes de escribir sobre nuestro glorioso panida”, recomienda otro incógnito. El caballero ignora que su ídolo para escribir “Dinamita”, “La raza de Cam” y “La obra del populacho”, alimentó su pluma con vitriolo. A pesar de haber leído a Cervantes, olvidó su consejo: “Enfrena la lengua, considera y rumia las palabras antes que te salgan de la boca. Los agravios despiertan la cólera en los más humildes pechos”. 
Darío aconseja: “No toquéis a quien maneja las ideas”, y recuerda la apocalíptica sentencia de Enrique Heine: “¡Ten cuidado rey de Prusia con los poetas, te pueden meter en los infiernos!”.

Escritor y poeta
Tel.: 2268-9093


31.05.16 

DINAMITA


DINAMITA

Manuel Aragón Buitrago


En su escrito “La casa de las ideas”, expone Darío deleitosamente: “Sí la palabra es un ser viviente, es a causa del espíritu que la anima: la idea. Las ideas con sus carnes de palabras, vivientes y activas, se aglomeran, hacen sus ciudades, tienen sus casas. La ciudad es la biblioteca, la casa es el libro. Helas allí como los humanos seres; hay ideas reales, bajas, viles, abyectas, miserables. Algunas tienen corona de oro, tiara, yelmo, manto o harapos.  Imperiosas o humilladas, se alzan o caen, cantan o lloran. Evocadas por el hombre, dejan sus habitáculos, resuenan en el aire, y, silenciosas, penetran en el alma por los ojos. Luego vuelven a sus casas después de haber hecho el bien o el mal”. 

¿De cuál de estas ideas se valió Darío Para escribir su artículo “Dinamita” publicado bajo el pseudónimo Des Esseintes? Que el lector lo descubra. De mi parte, por límite de espacio, citaré fragmentos naúsicos impregnados de fuerte halitosis, del vitriólico libelo.


Escuchemos a quien dijo “Mi intelecto libré de pensar bajo”: “Los hambrientos de Europa nos traen su contagio de iras almacenadas por siglos, a nuestros buenos países, donde solamente el que no quiere no pone en su olla la gallina que el rey bondadoso (Enrique IV de Navarra rey de Francia) quería para el caldo de sus súbditos”. (Por pobreza él nunca la tuvo). “La divisa de las barrigas plebeyas es ésta: “¡Todo por el faisán!” El buen Juan no quiere ya pan y cebolla; y a meditado que sus manazas pesadas deben encontrase mejor entre los guantes del señor marqués”,  manifiesta el desclazado escritor. “¿Quién es el enemigo?” la respuesta es la del asno de La Fontaine: “nuestro enemigo es el amo”. Aquí le falla a Dario el sentido de percepción, su pasión le ciega la luz del entendimiento, la respuesta del asno es correcta, esto lo entendemos mejor los que conocemos dicha fabula. “¿Quién hay que pague por tener un amo?”, pregunta Esquilo. El asno, inteligente, sabía que no ganaba nada cambiando de amo.

“Más que la moral es la estética lo que me impulsa a combatir la rabia anárquica. Socialistas, anarquistas, todos son unos. El empleo mayor o menor cantidad de agua y jabón es lo único que los distingue”. La estética fue usada por los enciclopedistas franceses padres de la revolución, en cuento a la moral, Darío jamás la practicó.  
  
“Terribles zíngaros, que hablando la misma jerga exaltada se comprenden en todos los lugares, ¡como que son cabezas de una misma hidra!. Él come-ricos de Hamburgo o Barcelona siente como si fuese en su propio pescuezo la soga que ahorca al anarquista de Chicago”. Se burla de los mártires de Chicago recordados en casi todas las naciones cada primero de mayo. Recomiendo leer a este respecto “Un drama terrible”, de José Martí a quien Rubén Darío llamó “maestro”, publicado en “La Nación” de Buenos Aires el primero de enero de 1888.

“Viendo pasar los cortejos en favor de las reivindicaciones sociales, el pensador y el creyente no pueden dejar de sentirse entristecidos de la poca inteligencia que reflejan casi todas las fisonomías de los ejemplares. Abundan los ojos torvos, las grandes mandíbulas, los rasgos marcadamente zoológicos; las señales de los apetitos, los gestos codiciosos. Las faces testarudas y abobadas, limitadas, forman a menudo la mayoría. Creen seguramente que, siendo el numero son la fuerza, olvidando que la fuerza está en la inteligencia”.

Recurriendo al auxilio de lo que Jaime Balmes llama “Los talentos comparados”, escuchemos a Aristóteles: “Puede, en efecto, admitirse que la mayoría, cuyos miembros tomados separadamente no son hombres notables, está, sin embargo, por sobre los hombres superiores, si no individualmente, por lo menos en masa. En esta multitud, cada individuo tiene su parte de virtud y de ilustración, y todos reunidos forman, un solo hombre que tiene manos, pies, innumerables sentidos, un carácter moral, y una inteligencia en proporción”. Escuchemos a Máximo Gorki, de quien Darío dijera que de no haber sido un gran escritor, hubiera sido un gran bandido: “El pueblo no es sólo la fuerza creadora de todos los valores materiales: es también la única e inagotable fuerza de los valores espirituales; el primer filósofo y poeta por el tiempo, la belleza y la generalidad de la creación; el autor de todos los grandes poemas, de todas las tragedias de la Tierra, y de la más grandiosa de ellas: la historia de la cultura universal”.


Escritor y poeta
Tel.: 2268-9093




23.05.16