miércoles, 10 de febrero de 2016




RUBÉN DARÍO EPÍGONO CONFESO

Manuel Aragón Buitrago


Epígono, “el que sigue las huellas de otro en cualquier arte “. José Ingenieros, sabio argentino, amigo de Darío en sus días de Buenos Aires, ilustra: “seguir una escuela es la manera infalible de no tener estilo personal. En cualquier arte, sólo puede adquirir estilo propio quien repudia escuelas y detesta modas, pues unas y otras tienden a imponer marcos prestados a las inclinaciones naturales “.

“El mérito principal de mi obra, si alguno tiene, -confiesa el poeta - , es el de una gran sinceridad el de haber puesto mi corazón al desnudo, y de haber abierto de par en par las puertas y ventanas de mi castillo interior. ¡Ser sincero es ser potente! “ .

Si San Agustín y Rousseau hicieron sus confesiones, Darío nos dejó las suyas.  Si he escandalizado a algunos con mis escritos, es porque como Rubén dice: “el amor no admite cuerdas reflexiones “. Los argumentos usados en mi crítica al poeta, los vitaliza el juglar de Margarita y de Los Motivos del lobo.  Los apologistas del poeta están molestos porque doy a conocer un Darío secuestrado largo tiempo por ellos.

Las confesiones de Darío en “Historia de mis libros “, son una rotunda negación a la generalizada afirmación de que el aedo fue genio. “ Ser genio – certifica Leopoldo Zea – implica partir de sí mismo “.

Escuchemos a Rubén confesando haber sido “caja de resonancia “de otros autores en un popurrí de escuelas literarias de entonces: “Azul es un libro parnasiano.  En El rey burgués creo reconocer la influencia de Daudet ( naturalista ) ; en El Sátiro sordo , el procedimiento es más o menos mendesiano ( parnasiano ) , pero se impone el recuerdo de Víctor Hugo ( romántico ) , y de Flaubert ( realista ) ; en La Ninfa, los modelos son los cuentos parisienses de Mendès ( parnasiano ) , Armand Silvestre y Mezeroi ; en El Fardo , triunfa la entonces en auge escuela de Zolà ( el naturalismo ); en El Velo de la Reina Mab, sí , mi imaginación encontró asunto apropiado, el deslumbramiento shakespeareano me poseyó, y realicé por primera vez el poema en prosa ; La muerte de la emperatriz de la China, es un cuento ingenuo, con algún eco a lo Daudet (naturalista ). Al Mejicano Díaz Mirón, lo imité en ciertos versos agregados en ediciones posteriores de Azul “.

En la poesía, el mismo acontecer.  Oigámosle al referirse a Prosas Profanas : “ En Era un aire suave , sigo el precepto del Arte Poético de Verlaine ( simbolista ); en Del Campo , me ampara la sombra de Banville ( romántico ) , La Canción de Carnaval es también a lo Banville ; en El paisaje, escribí como escuchando los violines del Rey , poseyeron mi sensibilidad Rameau y Lully ( Juan Felipe Rameau , compositor francés innovador de la ópera ; Juan Bautista Lully, músico francés nacido en Florencia , creador de la òpera en francia ) ; El País del sol, es formulado a la manera de los “ Lieds de France “ de Catulle Mendès ( romántico – parnasiano ); Cosas del Cid encierra una leyenda que narra en prosa Barbey D’Aurevilly y que, en verso he continuado “.

En el ensayo “La formación literaria de Rubén Darío “del norteamericano Charles Dunton Watland, su tesis al graduarse Doctor en Filosofía en la Universidad de Minnesota, cita a Andrés González Blanco diciendo: “¡Cuánto trabajo cuesta llegar a la originalidad! Para tener personalidad propia, le fue menester a Darío recorrer todas las etapas de indecisión y tanteo. ¡Cuántos caminos trillados pisó antes de encontrar su camino! ¡Cuántos materiales extraños acumuló para construir su propia casa!” González Blanco  con Alberto Ghiraldo, editó parte de las obras de Darío.

“Me encantan – dice Darío- los poetas que como el árbol de su floresta, dan la flor propia “, más en él no todo fue flor propia “, esto se comprueba al comparar su Rima XI con Introducción Sinfónica a las Rimas de Bécquer.  Lo fatal tiene también brisas becquerianas.  Los Motivos del Lobo tienen su embrión en el capítulo XX de Las Florecillas de San Francisco.

“Darío miente al decir: “No gusto de moldes nuevos ni viejos.  Mi verso ha nacido siempre con su cuerpo y su alma, y no le he aplicado ninguna clase de ortopedia.  Cuando afirma: “Azul es parnasiano “, no supo lo que decía, acusativo prodromàtico de que su salud mental no marchaba bien.  Azul es el resultado de las cohabitaciones cerebrales de Darío con diversos autores y, por lo tanto, literariamente bastardo.

Consejo dariano: “Quien siga servilmente mis huellas perderá su tesoro personal y, paje o esclavo, no podrá ocultar sello o librea “, pero fue él, el más genuino transgresor de sus preceptos.
Epicteto, esclavo- filósofo frigio  (50-120 d.n.e), aconseja: “No hacerse valer por cosas que dependan de otros, sino de uno mismo, o renunciar a hacerse valer “.

Don Juan Ramón Jiménez describe así  el eclecticismo dariano: “Darío tiene rosas de la primavera de Hugo, violetas de Bécquer y plantas de Verlaine”. (Verlén). “La humanidad amará siempre a Rousseau por haber confesado sus pecados no a un sacerdote, sino al mundo”. Oscar Wilde. Lo mismo hizo Darío, merece respeto.

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25.01.16


DARIO ENALTECE A JOSE MARTI

MANUEL ARAGON BUITRAGO
Darío capitaliza en su haber dos discursos apologéticos dedicados al apóstol insular y elaborados con las mejores galas de su ático estilo dignos de enmarcarse en oro purísimo. Uno corresponde a “Los Raros”, el otro a su Libro “Juicios”, que, aunados, suman 44 bellas páginas. Escuchemos del bardo su melódico canto: “Todos sabemos que José Martí era un gran poeta. Su labor oratoria y periodística se diría poemática, pues el asunto más árido aparecía decorado con la pompa de un lírico estilo. Usando siempre una sintaxis arcaica, ponía en la forma anticuada un brío y una fantasía llenos de ideas y conocimientos universales, y así resulta moderno y actual como pocos. Sus caudalosos discursos reflejan cosas estelares y  resuenan con magníficas armonías. Hay que leerlos de cierta manera a que obliga el imperio de la cadencia y la voluntad de la música. ¿Un don natural? Un don natural y una copiosa cultura, conocimiento de culturas antiguas y contemporáneas, y dominio de idiomas extranjeros, sobre todo el inglés. En muchos de sus escritos se siente como el clamor de una épica rediviva, y el lirismo siempre es desbordante y contagioso. Nunca la lengua nuestra tuvo mejores tintas, caprichos y bizarrías. ¡Y que gracia tan ágil, y que fuerza natural tan sostenida y magnífica! El cubano era como debería ser el verdadero superhombre: grande y viril; poseído del secreto de su excelencia. La piedad tenía en su ser un templo. Era orador, y orador de grande influencia. Arrastraba muchedumbres. Su vida fue un combate. Fue periodista, profesor, pensador, filósofo, pintor, músico, poeta siempre. Nadie como él para escribir no solo como quiere el gran loco alemán (Nietzsche), “con sangre”, sino con la íntima y magnífica substancia de su propio espíritu”.

“Martí adoraba a su hijo Ismaelillo, y para él escribió ese minúsculo devocionario lírico, un arte de ser Padre, lleno de gracias sentimentales y de juegos poéticos. Los “Versos sencillos”, publicados en Nueva York en linda edición, tienen verdaderas joyas. Otros versos hay, y entre los más bellos “Los Zapaticos de rosa”.”
A sus tiernos 17 años, con grillos en sus pies, escribe a su madre desde el presidio: “Mírame, madre, y por tu amor no llores, sí esclavo de mi edad y mis doctrinas, tu mártir corazón sembré de espinas, piensa que nacen entre espinas flores”. A su profesor Rafael María de Mendive el 15 de enero de 1871: “Dentro de dos horas embarco desterrado para España. Mucho he sufrido, pero tengo la convicción que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzas para ser verdaderamente hombre, sólo a usted lo debo, y sólo de usted es cuánto de bueno y cariñoso tengo”.
Guerrero lírico, clama: “Las piedras del Castillo del Morro son sobrado fuertes para que las derritamos con lamentos, y sobrado flojas para que resistan largo tiempo nuestras balas”. Darío dice de él: “Se puso a forjar armas para la guerra a golpe de palabra y a fuego de ideas”. Consciente de su sacrificio, escribe a su amigo mexicano Manuel Mercado un día antes de su caída: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber.
Al morir, Darío consternado exclama: “Y ahora, maestro amigo, perdona te guardemos rencor los que te amábamos por haber ido a exponer y perder el tesoro de tu talento. Ya sabrá el mundo lo que tú eras, pues la justicia de Dios es infinita y señala a cada cual su legítima gloria. La juventud americana te saluda y te llora; pero, ¡oh, maestro! ¿qué has hecho?, y estalla solemne: “El fúnebre cortejo exigiría los truenos grandiosos del Tanhäuser de Wagner, para acompañar a su sepulcro a un dulce poeta bucólico, irían, como en los bajos relieves, flautistas que hiciesen lamentarse a sus melodiosas dobles flautas y vibrantes coros de liras; para acompañar americanos todos, el entierro de José Martí. Necesitaríamos, su propia lengua, su órgano prodigioso lleno de innumerables registros, sus potentes coros verbales, sus trompas de oro, sus cuerdas quejosas, sus sollozantes óboes, sus flautas, sus tímpanos, sus liras, sus sistros. ¡Sí, americanos, hay que decir quien fue aquel grande que ha caído!
“La plenitud literaria, y la plenitud política en América, solo se han dado juntas en José Martí”, dice Roberto Fernández Retamar.
Editorial Porrúa ha honrado su memoria publicándole Ismaelillo, La edad de oro (25 cuentos) y sus Versos sencillos. La quinta Edición cuenta con diez mil ejemplares.

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16.12.2015


UN MANIFIESTO

Manuel Aragón Buitrago

Cuando en 1896 pidieron a Darío en Buenos Aires un manifiesto, declara en “Palabras liminares” de “Prosas profanas”: “Después de Azul, después de “Los raros”, voces insinuantes, buena y mala intención, entusiasmo sonoro y envidia subterránea - todo bella cosecha - , solicitaron lo que, en conciencia, no he creído fructuoso ni oportuno: un manifiesto. a) Por la absoluta falta de elevación mental de la mayoría pensante de nuestro continente. b) Porque la obra colectiva de los nuevos de América es aún vana, estando muchos de los mejores talentos en el limbo de un completo desconocimiento del mismo arte a que se consagran”.
Estas declaraciones no pueden tomarse como exabrupto de juventud, tenía ya la madurez de sus 29 años, su vigor intelectual era ya de indiscutible solidez. Para entonces, América había ya generado una pléyade de intelectuales dignos de augusto respeto. Venezuela: Andrés Bello, creador de la primera gramática del español americano; le dio a Chile su Código Civil y le fundó su Universidad de la que fue su Rector; Cuba: José Martí, político, diplomático, escritor, filósofo, políglota, historiador, cuya obra poética y periodística es ingente. Darío le llamó maestro; Perú: Ricardo Palma, autor de “Tradiciones peruanas”; Ecuador: Juan Montalvo, Darío lo calificó “poderoso caballero del estilo”; Chile: Francisco Bilbao, perseguido por su socialismo. Murió desterrado; Uruguay: Juan Zorrilla de San Martín, padre de la preciosa novela “Tabaré”, y José Enrique Rodó, ilustre profesor americanista de elocuencia isocrática; Argentina: José Hernández, artífice genial de “El gaucho Martín Fierro”, México: Manuel Gutiérrez Nájera, precursor de la poesía romántica modernista, y Juan de Dios Pesa que no necesita más carta de presentación que su nombre; Bolivia: Ricardo Jaimes Freyre, uno de los maestros de la escuela modernista. Las obras de estos nuevos de América no valían un ardite para Don Rubén, ya que tuvieron la modestia de no hacer, como él, uso de una retórica pirotécnica para elevarse al pedestal de la fama. Es lamentable que los dislates del poeta los celebren, aplaudan o traten de ignorarlos los devotos del panida, calificados de ignorantes por un prominente dariísta nacional.
En el Prefacio de “Cantos de Vida y Esperanza” (1905), Darío se vanagloria: “El movimiento de libertad que me tocó iniciar en América se propagó hasta España, y tanto aquí como allá el triunfo está logrado”. Ya otros lo habían hecho sin endilgarse piropos jactanciosos.
La literatura tiene sus leyes éticas, estéticas y dianoéticas que la rigen. Las encontramos en los escritores que la han embellecido y que no han manchado la lengua “que escribieron Cervantes y Calderones”. “La alabanza propia envilece. No hay poeta que no sea arrogante y piense de sí que es el mayor poeta del mundo”, señala Cervantes. Escuchemos al respecto los letales dardos de José Martí: “Cuando hablo de literatura, no trato de alardear de imaginación ni de literatura mía, sino de dar cuenta fiel de las producciones ajenas”. “Las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vean a uno pasar”. “Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores”. “El mayor  de todos los peligros para el hombre, es el empleo total de su vida en el culto ciego y exclusivo de sí mismo”.
Darío fue siempre proclive al narcisismo. Era además costumbre prodigarse loas entre los letrados, práctica desdorante que Darío llamó “la SEM”, “Sociedad de Elogios Mutuos”. Antonio Machado lo llamó a él “Capitán”, Juan Ramón Jiménez, “Rey siempre”. “Salvador Rueda – dice Darío-, me alababa, no tanto como yo a él”.
Jesucristo sentenció: “Cualquiera que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado”. “Aristóteles manifiesta: “Quienes son disimulados y hablan de sí mismos disminuyendo lo que son, como lo hacía Sócrates, suelen suscitar mayor aceptación, porque no parece les moviera obtener algún beneficio por lo que dicen”. El filósofo chino Lao –Tse, advierte: “Quien se disminuye crecerá; quien se aumenta disminuirá”. “Quien ama demasiado el renombre debe pagarlo muy caro”. “La grandeza tiene por raíz la humildad”. “Hemos de matar en los gigantes a la soberbia”, dijo a su escudero el  caballero de la Triste Figura.
Consejo Socrático: “Es bello y hasta necesario celebrar lo que hay de bueno y sano en cada temperamento, y al contrario, no sólo es vergonzoso complacerse con lo que hay de malo, sino que es preciso hasta combatirlo”.

Escritor y poeta
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15.01.16