LAS FIESTAS
PATRIA
MANUEL ARAGON BUITRAGO
Siempre oí decir que el papel aguanta todo lo que le ponen. Nuestra Constitución enseña que somos
“libres, soberanos e independientes “.
Un amigo mío solía decir: “ese cuento a mi me lo contaban cuando yo
estaba chiquito “ . “Poseer todo lo que
se ha menester y no tener necesidad de nadie, he aquí la verdadera
independencia “, sentencia Aristóteles.
Si he conocido un país mítico a través de la lectura, es el nuestro. Hemos tenido historiadores dignos de fiar: José
Dolores Gámez; Tomás Ayón, Jerónimo Pérez y Francisco Ortega Arancibia, pero no
son leídos, a nuestra juventud no les interesan, además de que han sido
defenestrados de la educación por gobiernos historicidas.
La ficción y la mentira han suplantado lo real histórico. El mito ha ocupado el trono de la verdad. La
tragedia cultural se origina en la primaria de la escuela pública, allí
comienza la deformación individual del ciudadano, prepáreseles para ser ovejas
destinadas a la fácil domesticación.
Profesores mal remunerados, ahítos de problemas económicos,
sobrecargados de alumnos rebeldes, y sometidos a un plan de estudio arcaico y
estancado, son los artífices de “los pinos nuevos “, como Martí llamaba a los
jóvenes.
En septiembre se celebran “las fiestas patria “. Algunas niñas las aman por brindarles la
oportunidad de exhibir sus miembros inferiores algo más arriba de lo normal, y
los oradores oficiales por permitirles pronunciar sus ignorancias. A los colegiales se les repite hasta el
bostezo lo que ya escucharon todo el año.
Se enaltecen hiperbólicamente a los próceres José Cecilio del Valle,
Auditor de Guerra que nunca guerreó, y a Miguel Larreynaga, omitiendo sus
apologistas que dichos señores, no fueron más que chapetones hijos de
chapetones qué, astutos y fríos calculadores, mientras la sangre corría a
raudales en el Norte y Sur, ellos esperaban pacientemente quien ganaba para
acomodarse con el vencedor. Pasada la tormenta
bélica, dictaminaron sin pudor: “siendo públicos y notorios los deseos de ser
independientes, nos hacemos independientes “ ,
y nombraron Capitán General al
general español Gabino Gaìnza que había combatido a los independentistas en Perú
y Chile “ Pusieron en contra de España al general de España “, criticó Martí.
A Centroamérica, por ética o vergüenza, les está vedado festejar algo que
no conquistó, èsto es patrimonio exclusivo de Suramérica, Cuba, Haití , y México
que celebra con justicia “ El grito de Dolores “ . Aquí la independencia se obtuvo con sangre
ajena.
En nuestro lar patrio no hemos tenido descolonizadores como Martí, Rodó,
Bello , Leopoldo Zea, solamente sombras de intelectualidad, cazadores de fama
personal, mercaderes de la educación que aún subsisten. Que yo sepa, sólo existió uno de meritorio
recuerdo : don Sonfonìas Salvatierra. El
sembró en mí el germen de la rebeldía
con la vigorosa sinfonía de su redentora palabra. Para deleitarse con algo bueno, hay que
emigrar como la golondrina viajera, buscar el buen pasto en predios culturales
de otros países, porque los de aquí no enseñan nada, hasta hoy, nos han
mantenido colonizados. “Arrancamos el cetro al monarca pero no el
espíritu español- dice el mexicano Zea- , nuestros congresos obedecen sin
sentirlo a inspiraciones góticas. No en balde
España había impuesto tres siglos de dominio, creando una realidad que
no iba a ser borrada de cuajo “.
El argentino José Ingenieros, nos dice que es una patria: “Los países son
expresiones geográficas y los Estados formas de equilibrio político. Una patria es mucho más: sincronismo de
espíritus y de corazones, temple uniforme para el esfuerzo y homogénea
disposición para el sacrificio, simultaneidad en la aspiración de la grandeza y
en el deseo de la gloria. Cuando falta esa comunidad de esperanzas, no hay
patria. La patria tiene intermitencias:
su unidad moral desaparece en ciertas épocas de relajamiento, cuando se eclipsa
todo afán de cultura y se enseñorean viles apetitos de mando y de
enriquecimiento. Mientras un país no es
patria, sus habitantes no constituyen una nación. Cuando los intereses venales se sobreponen al
ideal de los espíritus cultos, que constituyen el alma de una nación, el
sentimiento nacional degenera y se corrompe :
la patria es explotada como una industria . Cuando las miserias morales
asolan un país , la culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal
no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin
trabajar , sombras envilecidas se levantan y parecen hombres; la improbidad se pavonea y ostenta
en vez de ser vergonzante y pudorosa. Lo
que en las patrias se cubría de vergüenza, en los países cùbrense de honores “
.
Escritor autodidacta
Telf.
2268-9093
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