miércoles, 13 de noviembre de 2013


LAS FIESTAS PATRIA

MANUEL ARAGON BUITRAGO

Siempre oí decir que el papel aguanta todo lo que le ponen.  Nuestra Constitución enseña que somos “libres, soberanos e independientes “.  Un amigo mío solía decir: “ese cuento a mi me lo contaban cuando yo estaba chiquito “ .  “Poseer todo lo que se ha menester y no tener necesidad de nadie, he aquí la verdadera independencia “, sentencia Aristóteles.
 

Si he conocido un país mítico a través de la lectura, es el nuestro.  Hemos tenido historiadores dignos de fiar: José Dolores Gámez; Tomás Ayón, Jerónimo Pérez y Francisco Ortega Arancibia, pero no son leídos, a nuestra juventud no les interesan, además de que han sido defenestrados de la educación por gobiernos historicidas.

La ficción y la mentira han suplantado lo real histórico.  El mito ha ocupado el trono de la verdad. La tragedia cultural se origina en la primaria de la escuela pública, allí comienza la deformación individual del ciudadano, prepáreseles para ser ovejas destinadas a la fácil domesticación.  Profesores mal remunerados, ahítos de problemas económicos, sobrecargados de alumnos rebeldes, y sometidos a un plan de estudio arcaico y estancado, son los artífices de “los pinos nuevos “, como Martí llamaba a los jóvenes.



En septiembre se celebran “las fiestas patria “.  Algunas niñas las aman por brindarles la oportunidad de exhibir sus miembros inferiores algo más arriba de lo normal, y los oradores oficiales por permitirles pronunciar sus ignorancias.  A los colegiales se les repite hasta el bostezo lo que ya escucharon todo el año.  Se enaltecen hiperbólicamente a los próceres José Cecilio del Valle, Auditor de Guerra que nunca guerreó, y a Miguel Larreynaga, omitiendo sus apologistas que dichos señores, no fueron más que chapetones hijos de chapetones qué, astutos y fríos calculadores, mientras la sangre corría a raudales en el Norte y Sur, ellos esperaban pacientemente quien ganaba para acomodarse con el vencedor.  Pasada la tormenta bélica, dictaminaron sin pudor: “siendo públicos y notorios los deseos de ser independientes, nos hacemos independientes “ ,  y nombraron  Capitán General al general español Gabino Gaìnza que había combatido a los independentistas en Perú y Chile “ Pusieron en contra de España al general de España “, criticó Martí.

 

A Centroamérica, por ética o vergüenza, les está vedado festejar algo que no conquistó, èsto es patrimonio exclusivo de Suramérica, Cuba, Haití , y México que celebra con justicia “ El grito de Dolores “ .  Aquí la independencia se obtuvo con sangre ajena.

 
En nuestro lar patrio no hemos tenido descolonizadores como Martí, Rodó, Bello , Leopoldo Zea, solamente sombras de intelectualidad, cazadores de fama personal, mercaderes de la educación que aún subsisten.  Que yo sepa, sólo existió uno de meritorio recuerdo : don Sonfonìas Salvatierra.  El sembró en mí  el germen de la rebeldía con la vigorosa sinfonía de su redentora palabra.  Para deleitarse con algo bueno, hay que emigrar como la golondrina viajera, buscar el buen pasto en predios culturales de otros países, porque los de aquí no enseñan nada, hasta hoy, nos han mantenido colonizados.   “Arrancamos el cetro al monarca pero no el espíritu español- dice el mexicano Zea- , nuestros congresos obedecen sin sentirlo a inspiraciones góticas. No en balde  España había impuesto tres siglos de dominio, creando una realidad que no iba a ser borrada de cuajo “.

 
El argentino José Ingenieros, nos dice que es una patria: “Los países son expresiones geográficas y los Estados formas de equilibrio político.  Una patria es mucho más: sincronismo de espíritus y de corazones, temple uniforme para el esfuerzo y homogénea disposición para el sacrificio, simultaneidad en la aspiración de la grandeza y en el deseo de la gloria. Cuando falta esa comunidad de esperanzas, no hay patria.  La patria tiene intermitencias: su unidad moral desaparece en ciertas épocas de relajamiento, cuando se eclipsa todo afán de cultura y se enseñorean viles apetitos de mando y de enriquecimiento.  Mientras un país no es patria, sus habitantes no constituyen una nación.  Cuando los intereses venales se sobreponen al ideal de los espíritus cultos, que constituyen el alma de una nación, el sentimiento nacional degenera y se corrompe :  la patria es explotada como una industria . Cuando las miserias morales asolan un país , la culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que vivieron de ella sin trabajar , sombras envilecidas se levantan y parecen  hombres; la improbidad se pavonea y ostenta en vez de ser vergonzante y pudorosa.  Lo que en las patrias se cubría de vergüenza, en los países cùbrense de honores “ .

 

                                                                                                  Escritor autodidacta

                                                                                                   Telf. 2268-9093

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