jueves, 25 de julio de 2013
Artículos Manuel Aragón
RUBÉN DARÍO EPÍGONO CONFESO
Manuel
Aragón Buitrágo
Epígono,
"el que sigue las huellas de otro en cualquier arte". José
Ingenieros, sabio argentino, amigo de Darío en sus días de Buenos Aires,
ilustra: "seguir una escuela es la manera infalible de no tener estilo
personal. En cualquier arte, sólo puede adquirir estilo propio quien repudia
escuelas y detesta modas, pues unas y otras tienden a imponer marcos prestados
a las inclinaciones naturales".
"El
mérito principal de mi obra, si alguno tiene, - confiesa el poeta - , es el de
una gran sinceridad el de haber puesto mi corazón al desnudo, y de haber
abierto de par en par las puertas y ventanas de mi castillo interior. ¡Ser
sincero es ser potente!".
Si San
Agustín y Rousseau hicieron sus confesiones, Darío nos dejó las suyas. Si he
escadalizado a algunos con mis escritos, es porque como Rubén dice: "el
amor no admite cuerdas reflexiones". Los argumentos usados en mi critica
al poeta, los vitaliza el juglar de Margarita y de Los Motivos del Lobo. Los
apologistas del poeta están molestos porque doy a conocer un Darío secuestrado
largo tiempo por ellos.
Las
confesiones de Darío en "Historia de mis libros", son una rotunda
negación a la generalizada afirmación de que el aedo fue genio. "Ser
genio- certifica Leopoldo Zea - implica partir de sí mismo".
Escuchemos
a Rubén confesando haber sido "caja de resonancia" de otros autores
en un popurrí de escuelas literarias de entonces: "Azul es un libro
parnasiano. En El rey burgués creo reconocer la influencia de Daudet
(naturalista); en El Sátiro sordo, el procedimiento es más o menos mendesiano
(parnasiano), pero se impone el recuerdo de Víctor Hugo (romántico), y de
Flaubert (realista); en La Ninfa, los modelos son los cuentos parisienses de
Mendés (parnasiano), Armand Silvestre y Mezeroi; en El Fardo, triunfa la
entonces en auge escuela de Zolá (el naturalismo); en El Velo de la Reina Mab,
sí, mi imaginación encontró asunto apropiado, el deslumbramiento Shakespeareano
me poseyó, y realicé por primera vez el poema en prosa; La muerte de la
emperatriz de la China, es un cuento ingenuo, con algún eco a lo Daudet
(naturalista). Al Mejicano Díaz Mirón, lo imité en ciertos versos agregados en
ediciones posteriores de Azul".
En la
poesía, el mismo acontecer. Oigámosle al referirse a Prosas Profanas: “En era
un aire suave, sigo el precepto del Arte Poético de Verlaine (simbolista); en
Del Campo, me ampara la sombra de Banville (romántico), La Canción de Carnaval
es también a lo Banville; en El paisaje, escribí como escuchando los violines
del Rey, poseyeron mi sensibilidad Rameau y Lully, (Juan Felipe Rameau, compositor
francés innovador de la ópera; Juan Bautista Lully, músico francés nacido en
Florencia, creador de la ópera en Francia); El País del sol, es formulado a la
manera de los “Lieds de France” de Catulle Mendés (romántico- parnasiano);
Cosas del Cid encierra una leyenda que narra en prosa Barbey D´Aurevilly y que,
en verso he continuado.”.
En el
ensayo “La formación literaria de Rubén Darío” del norteamericano Charles
Dunton Watland, su tesis al graduarse Doctor en Filosofía en la Universidad de
Minnesota, cita a Andrés González Blanco diciendo: ¡Cuánto trabajo cuesta
llegar a la originalidad! Para tener personalidad propia, le fue menester a
Darío recorrer todas las etapas de indecisión y tanteo. ¡Cuántos caminos trillados pisó antes de
encontrar su camino! ¡Cuántos materiales extraños acumuló para construir su
propia casa!” González Blanco con Alberto Ghiraldo, editó parte de las obras de
Darío.
“Me
encantan – dice Darío – los poetas que como el árbol de su floresta, dan la
flor propia”, más en él no todo fue flor propia”, esto se comprueba al comparar
su Rima XI con Introducción Sinfónica a las Rimas de Bécquer. Lo fatal tiene
también brisas becquerianas. Los Motivos del Lobo tienen su embrión en el
capítulo XX de las Florecillas de San Francisco.
Darío
miente al decir: “No gusto de moldes nuevos ni viejos. Mi verso ha nacido
siempre con su cuerpo y su alma, y no le he aplicado ninguna clase de
ortopedia. Cundo afirma: “Azul es parnasiano”, no supo lo que decía, acusativo
prodromático de que su salud mental no marchaba bien. Azul es el resultado de
las cohabitaciones cerebrales de Darío con diversos autores y, por lo tanto,
literariamente bastardo.
Consejo
dariano:”Quien siga servilmente mis huellas perderá su tesoro personal y paje o
esclavo, no podrá ocultar sello o librea”, pero fue él, el más genuino transgresor
de sus preceptos.
Epicteto,
esclavo- filósofo frigio (50-120 d.n.e) aconseja: “No hacerse valer por cosas
que dependan de otros, sino de uno mismo, o renunciar a hacerse valer”.
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Nos place tener nuevamente la oportunidad de leer sus escritos de tanto ilustre. Saludos don Manuel.
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