jueves, 26 de mayo de 2016

LA RAZA DE CAM



LA RAZA DE CAM


Manuel Aragón Buitrago

Se especula que la raza negra desciende de Cam, hijo del bíblico Noé, de allí el origen del título de este escrito de Darío de 1908.
Un hombre cualquiera, sobre todo un escritor de renombre, debe cuidar su prestigio con igual celo que el avaro su tesoro. En mis peregrinaciones lecturales, me ha causado mucha gracia como Goethe, en su obra “Fausto”, pone en boca de Mefistófeles (el diablo), el siguiente consejo: “Y al tiempo de escribir, no os olvidéis de hacerlo como si el espíritu santo os inspirase”.

¿Cómo es posible, me pregunto, que un Darío que en sus romanzas se hace aparecer angelical, caiga sobre la raza negra con la fuerza de un alud de insultos y odios dignos del más negro corazón?

En mi longeva existencia, guardo blancos recuerdos de los negros. En Cuba, mis paisanos me hicieron sufrir mucho, en cambio, ellos me dieron el amor que me negaron los míos. Jamás olvidaré a mis africanos compañeros de habitáculo: Sogno Zondo de Simbawe, Musa Alifa de Angola, Musa Kamara de Sierra Leona, Abdulah de Malí, y el Saharahui Hamed. Me despidieron con abrazos y salieron al balcón a decirme adiós. Ahora, ¿quién iba a imaginarlo? tengo en California tres bisnietitos negros. Natalia Mugwanya, la más africana de todos con rasgos físicos étnicos bien pronunciados, yo la veo linda con los ojos de tía zorra.

Escuchemos al Príncipe de las letras castellanas profanar la lengua cervantina evacuando la cicuta racista anidada en su caótico cerebro. Como el escrito es largo y el espacio corto, citaré fragmentos.

Comienza anacrónico trasladando al siglo XX, un acontecimiento del siglo anterior como algo contemporáneo, la guerra independentista haitiana: “De Haití llegan a Francia malas nuevas. La macacada (monos) está furiosa; los pocos blancos que hay en la isla ven con temor la agitación de los naturales”. Todo estaba ya consumado, la revolución iniciada en 1791 había triunfado, y en 1804, Haití se había consagrado el primer país libre de América. ¿“Era Darío ignorante en historia”?.

“La negrada es un problema social en los Estados Unidos, constituyen allí una familia de nueve millones de individuos perversos y despechados contra el blanco…” pero, ¿por qué? El mismo Darío lo aclara: “que les ha tratado siempre con rigor y por eso ha provocado en ellos un odio profundo que se va sucediendo de generación en generación como legado hereditario”.


“Hay pastores negros, hay curas negros, ¿qué hugonote francés, cual de nuestros paisanos católicos iría a fiarse, sin risa, o con asco, a ese ministro? El sajón, el latino o el celta les rechazan, y su rechazo es bello, pues está conforme con las voluntades de la naturaleza”. “La ley –dice Aristóteles-, es la que hace a los hombres libres o esclavos, no reconociendo la naturaleza ninguna diferencia entre ellos, ya que la esclavitud es inicua, puesto que es obra de la violencia”.
“Habituados a una secular obediencia, la libertad vuelve a los negros locos de vanidad y crueldad”. Aquí el Príncipe de las letras castellanas usa mal el castellano diciendo “habituados”, en vez de “obligados”. Otro error es el de adjudicar a los negros defectos propios de todo el género humano, como son la crueldad y vanidad. De la vanidad fue él su más genuino representante.


 “La agitación haitiana coincide con las amenazas que un doctor negro hace a la raza caucásica desde una de las principales revistas de París, es un negro de los Estados Unidos, los más osados y audaces que existen sobre la tierra, un tal Tobías. En un trabajo en pro de su raza, no puede manifestarse más altivo, más insolente. Como tiene sus letras, se alza contra los amos blancos armado de ellas proclamando la superioridad negra sobre los blancos. Ya se encargarán en el país de las bandas y las estrellas de enseñar a Tobías como hablaba Zaratustra. Mas, ¿Cómo hablaba Jesucristo?”, termina desconcertado y desconcertante.

“Yo amo todo lo que mira limpiamente y habla con honestidad”, así habló Zaratustra. “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”, así habló Jesucristo.

Escuchemos a Darío en “Apología de la risa”: “¡Triste don es el talento, si nos sirve para atraernos el general desprecio, o el odio! ¡Mal haya aquel que en el buen campo que Dios le dio, cultiva plantas venenosas y llenas de espinas!”. ¿Cumplió Darío con ésto?


Escritor y poeta
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22.05.16